Israel teme que Hizbolá abra un segundo frente en el norte del país sustentado por Irán

  25 Octubre 2019    Leído: 412
Israel teme que Hizbolá abra un segundo frente en el norte del país sustentado por Irán

Tanto en los Altos del Golán como en la frontera con el Líbano la presencia de las milicias, que siguen activas, amenazan la paz en el país.

De norte a sur, Israel se extiende como un país de realidad compleja y repleto de sensibilidades. El bullicio de las calles de Tel Aviv, que bien podría ser cualquier ciudad europea siempre que no sea shabat, poco se parece al laberinto que supone adentrarse en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Es ese lugar en el que uno puede besar Tierra Santa, pero también ese en el que, cuando te acercas a Gaza, nadie duda en advertir de cómo hay que actuar si se oye una señal de alarma: «Si escucháis la sirena, tenéis quince segundos para llegar al refugio más cercano. Si no os da tiempo, tumbaos en el suelo con las manos sobre la cabeza. Bienvenidos». La broma, lanzada por un miembro de la Europe Israel Press Association (EIPA), puede chocar a los extranjeros, sin embargo, no es anormal en una sociedad en la que el servicio militar es obligatorio y, para muchos, motivo de orgullo.

Israel es también ese país que observa vigilante lo que ocurre más allá de sus fronteras. Al norte, desde la carretera, uno puede ver cómo un mar de viñedos se extiende a través de los Altos del Golán. Una parada en el camino, en un pequeño apeadero donde un comerciante local subsiste con un hornillo cocinando para los pocos turistas que se aventuran en la zona, es suficiente para palpar la realidad. Mientras tus pies están en Israel, tu vista viaja hasta Siria. Entre ellos, una frontera y un puesto de control: el único punto de cruce entre ambos países y que tan solo es utilizado por Naciones Unidas, que desde 1974 (año en que tuvo lugar la guerra de Yom Kippur) tiene presencia militar en este lugar.

«Los Altos del Golán están en una zona volcánica. Hay dos placas que se mueven, chocan, y son una metáfora de Oriente Medio, donde todo se mueve y puede explotar en cualquier momento. Y ahora mismo Siria es un volcán», detalla Stephane Cohen, experto en Oriente Medio y exmilitar de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que ha trabajado de enlace con la ONU en Siria, Líbano e Israel. «A pesar de que el Ejército sirio ha recuperado el control, la situación no es estable. La amenaza es la guerra en el norte», apostilla.

Situada a unos 60 kilómetros de Damasco, la frontera que separa ambos países funciona como dique de contención de una zona que hoy está devastada por la guerra civil siria. Al otro lado, los combates se sucedían hasta el verano pasado, aunque en la contienda había más de un bando. «Al sur, Daesh. En el centro, diferentes fuerzas rebeldes, algunas vinculadas a Al Qaeda. Y al norte, el Ejército sirio», enumera Cohen, que pone especial énfasis en la presencia de milicianos de Hizbolá en el frente sirio sustentados, según ha denunciado Israel en más de una ocasión, por Irán.

«En las últimas dos o tres décadas hemos visto como Hizbolá se ha querido extender desde el mar hasta el Monte Hermón. Desde 2013 hemos detectado que, con la ayuda de Irán, ha empezado a desplegarse y ser activo en el frente sirio», asevera Cohen. Para este experto, la paupérrima situación de la zona, donde no hay empleo y sí numerosos problemas económicos, es uno de los factores que favorecen la pervivencia de estas milicias, que para incrementar su presencia en el sur de Siria buscan reclutar a ciudadanos locales. «Es un problema, y a pesar de las duras sanciones a Irán, seguimos viendo cómo Hizbolá y otras milicias están activas aquí. Los ciudadanos necesitan trabajo, y tienes a Hizbolá dispuesto a pagarles», sostiene. «Están intentando abrir un segundo frente contra Israel desde aquí hasta la frontera con Jordania y eso es lo que nosotros intentamos evitar», sentencia Cohen.

Un muro para contener a Hizbolá
Si este experto se refiere al Siria como un «segundo frente», el primero está en Líbano. Desde los Altos del Golán hasta la frontera con el país árabe hay unos 50 kilómetros por carretera. En el camino repleto de curvas, un prominente muro de hormigón se erige protagonista e impide ver qué hay al otro lado. Metula es la ciudad más al norte de la geografía israelí, y la que más cerca está de Líbano. A su alrededor, Israel ha recurrido al cemento para aislar a las milicias de Hizbolá.

Al otro lado, en lo alto de la montaña, está Kfar Kela, donde las autoridades sospechan que milicianos trabajan en operaciones de inteligencia. «Hizbolá podría estar observándonos», advierten. En Metula, donde apenas viven 1.500 personas, el Ejército israelí encontró túneles de la milicia proiraní de Hizbolá que fueron construidos con el objetivo, según denuncian, de ser usados para atacar al país. Son seis, y según ha podido saber ABC, muy parecidos a los que se han podido ver en Gaza. De unos 200 metros de largo aproximadamente (40 de ellos en territorio israelí), en estos pasadizos subterráneos un hombre entraría más o menos erguido. La operación que llevó a cabo el Ejército en la zona fue simple: dejar hacer. Durante cinco años Israel guardó silencio y cuando dio por finalizada la construcción por parte de los milicianos optó por la destrucción de los conductos. El de Metula hoy está obstruido y cercado, pero la alerta sigue viva.

abc


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