Johnson no podrá cumplir su promesa de salir de la UE el día 31 de octubre

  23 Octubre 2019    Leído: 928
Johnson no podrá cumplir su promesa de salir de la UE el día 31 de octubre

El premier ha aparcado la legislación de la retirada a la espera de ver qué dice Bruselas.

Durante meses, incluso años, el Gobierno y el Parlamento británicos se han dedicado a jugar al gato y al ratón sobre el Brexit. Al póquer sin dinero. Al dominó, al parchís, al palé y a juegos de mesa familiares en los que si uno perdía le daban nuevas fichas, y listo. Te comían, volvías a la casilla de salida, te quedabas sin tus hoteles del paseo de Gràcia o la calle Diputació y santas pascuas. Pero ayer Boris Johnson se cansó de tanta inocencia y decidió probar con la ruleta rusa. Metió tres balas en la recámara que decían “Mi Brexit” y otras tres balas que decían “No Brexit, por ahora”.

Se puso el revolver en la frente e hizo dos disparos. En el primero salió “Mi Brexit”. El premier había ganado por primera vez una votación sobre el tema definitorio de la actual política británica, cuando los parlamentarios ratificaron la ley para la implementación del Brexit por 329 a 299 en su segunda lectura, que equivale a un visto bueno en principio, sin entrar en detalles y antes de la presentación de enmiendas. Celebración de los euroescépticos por todo lo alto.

Los Comunes no rechazaron el acuerdo pero sí su tramitación urgente en sólo tres días.

Johnson –nombre de vaquero, así se llama el protagonista de la ópera western de Puccini La fanciulla del West – metió embriagado de euforia la segunda bala en la recámara, la que había de determinar si los Comunes aprobaban su calendario para decidirlo todo en tres días y tres noches, y hacer así posible la retirada el próximo día 31. Y esta vez salió “No al acuerdo, por ahora”, por 322 a 308 votos. Aturdido, el premier anunció que aparcaba la legislación del Brexit, a la espera de acontecimientos. O sea, de qué tipo de prórroga le ofrece Bruselas, porque parece inevitable que haya otra prórroga. O una técnica de días o semanas hasta que Westminster rubrique el acuerdo, o una más larga, tal vez hasta el 31 de enero. Y entre medio, si esto último es el caso, elecciones generales.

Desesperado por cumplir su promesa de salir de la Unión Europea la noche de Halloween, y frustrado por la resistencia de los Comunes a refrendar su acuerdo con Bruselas, Johnson intentó coger un atajo. Renunciar a pedir a los parlamentarios un sí a su acuerdo (que era el preámbulo lógico, aunque en el Brexit no hay lógica) y presentar directamente la llamada ley de Retirada, que es la legislación necesaria para implementar la salida de Europa, reconocer los derechos de los ciudadanos europeos y dar a todo el asunto rango de tratado.

La oposición teme una salida por las bravas al final de la fase de transición.

Normalmente es un proceso legislativo complejo que lleva su tiempo (en el caso del tratado de Maastricht, veinte sesiones de debates), pero Johnson sabía que con ese calendario nunca llegaría a la meta el día 31. Así que se saltó el prólogo y todos los capítulos del libro y fue directamente al epílogo, optando por concentrar todas las discusiones y votaciones en tres días y noches intensos, para que la ley fuera aprobada (o rechazada) mañana, y les dijo a los diputados: “O lo tomáis o lo dejáis. Hasta aquí hemos llegado. Si decís que no a mi plan, retiro la ley, acepto a regañadientes la prórroga y vamos a elecciones generales antes de Navidad”. Pistola en la sien. Ruleta rusa.

Muchos diputados no vieron claras estas urgencias, máxime después de haber leído la letra pequeña de las 110 páginas de la ley de Retirada. En un intenso debate en los ­Comunes, los unionistas norirlandeses del DUP (traicionados por Johnson en el último momento) se quejaron de que los productos que viajen entre el Ulster y el resto de Gran Bretaña serán objeto de trámites aduaneros. Y numerosos remainers , tanto conservadores como de la oposición, pusieron de manifiesto el peligro de que, si no se ha llegado a un acuerdo comercial antes del final de la fase de transición en diciembre del 2020, Londres podría dar un portazo, la amenaza omnipresente del no deal .

Diputados tories opuestos a una ruptura radical con la UE, encabezados por el ex ministro de Economía Philip Hammond, pidieron a Johnson que, en caso de que las negociaciones sobre el acuerdo comercial definitivo no fructifiquen en los próximos catorce meses (y Barnier sugirió ayer que es casi imposible, y un plazo más razonable son tres años), los Comunes tengan potestad para prorrogar el proceso. Pero el premier se negó, haciendo evidente que quiere conservar la opción de cortar completamente amarras con la UE si no le ofrece los términos que desea. Bruselas teme que su propósito sea crear una economía estilo Singapur de bajos impuestos y pocas regulaciones, sin apenas derechos laborales y laxa en materia de medio ambiente, que constituya una competencia desleal al otro lado del Canal.

Johnson cree haber sentado las bases para ganar las próximas elecciones.

Con todo esto, la oposición permanece dividida y sin ponerse de acuerdo en lo que quiere, la mejor baza de Johnson para ganar al final la partida. Aún podría presentar enmiendas a la ley de Retirada, cuando sea descongelada por el Gobierno, vincular a ella la permanencia en la unión aduanera (anatema para los euroescépticos), o la convocatoria de un segundo referéndum, aunque esta opción ha perdido peso por la indecisión del líder laborista Jeremy Corbyn.

“La esperanza es una buena cosa, tal vez la mejor cosa, y la esperanza nunca muere”, dice Andy Dufresne (Tim Robbins) a Red (Morgan Freeman) en la película de culto Cadena perpetua , una de las favoritas de Johnson. El vaquero Johnson sufrió ayer otro contratiempo, su enésima derrota en los Comunes. Pero las balas en su juego de ruleta rusa no eran de plomo sino de fogueo, y no tardará en levantarse. Sí, va a incumplir su promesa de salir el día 31, pero echará la culpa al Parlamento y millones le crearán. Todavía puede conseguir la aprobación de su acuerdo, aunque sea tarde, y decir aquello de lamentamos este retraso contrario a nuestra voluntad . Y si no, acudir a las unas y ganar las elecciones. Las cartas del Brexit están trucadas a su favor.

lavanguardia


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