Luego de tres jornadas de intensas protestas en diferentes lugares de Chile, que hasta ahora han dejado al menos ocho muertos, el presidente Sebastián Piñera se refirió al estado actual de su país: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite”, indicó el mandatario sobre los violentos que han destruido buena parte de la red de metro de Santiago, saqueado docenas de supermercados y locales comerciales o incendiado automotoras. Poniendo el foco en los hechos vandálicos que han marcado estas jornadas y no en las demandas sociales que han motivado en paralelo las protestas pacíficas, el mandatario agregó: “Mañana vamos a tener un día difícil. Estamos muy conscientes de que [los autores de disturbios] tienen un grado de organización, de logística, propia de una organización criminal”.
Cuando a capital chilena y otras cuatro regiones se encuentran en toque de queda, que prohíbe la libre circulación desde las siete de la tarde a las seis de la mañana, Piñera se reunió con los militares que tienen el control de cinco regiones del país, luego del decreto del estado de emergencia del viernes. Arropado del ministro de Defensa, Alberto Espina, y del jefe de la Defensa Nacional, general Javier Iturriaga, el mandatario calificó al enemigo: como "dispuesto a quemar nuestros hospitales, el metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible”. Como el Gobierno parece convencido de que se trata de grupos organizados para producir el desastre, Piñera afirmó que buscan afectar “a todos los chilenos” y reiteró: “Están en guerra contra todos los chilenos que quieren vivir en democracia”.
Piñera suspende el alza del precio del metro y el Ejército decreta toque de queda para Santiago
El presidente, que esta tarde recibió en La Moneda a los representantes del Poder Legislativo y Judicial para quebrar el aislamiento del Ejecutivo, distinguió entre la protesta pacífica y la violencia. En medio de la situación desbordaba en que se encuentra el país, sin embargo, su discurso centrado simplemente en el orden público parece insuficiente para las actuales circunstancias. El estallido chileno explotó a propósito del alza de la tarifa del metro, pero se trata apenas de la expresión de un descontento mayor por una serie de inequidades y de carencias sociales. En ese escenario, el mandatario apostó esta noche nuevamente por instalar la confrontación entre sus compatriotas: “El general Iturriaga está a cargo de este estado de emergencia, y ha podido disponer de 9.500 hombres para resguardar la paz, tranquilidad y sus derechos y sus libertades”, indicó. "Presidente Sebastián Piñera, ¡no asuste a la ciudadanía! No estamos en guerra. Enfrentamos una crisis política, mal manejada por el Gobierno, cuyo tema de fondo es la desigualdad. Este tipo de declaraciones no ayuda a crear un clima de entendimiento", indicó esta noche el senador de oposición, Ricardo Lagos Weber.
Las palabras de Piñera indicando que su país está “en guerra” con especialmente complejas para un presidente que, dentro de las próximas semanas, será anfitrión de dos importantes cumbres mundiales: el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en noviembre, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), en diciembre.
Mientras el Parlamento votó esta tarde a favor del proyecto de ley para suspender el alza de las tarifas de metro –anunciado por Piñera en la víspera–, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, informó que solo este domingo se registraron unos 70 hechos graves de violencia y que durante la jornada hubo 152 detenidos.
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