El alto el fuego pactado por Turquía y Estados Unidos no entró en vigor en el norte de Siria. Al menos ocho civiles perdieron la vida, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), en un bombardeo turco en Bab al Jeir, muy cerca de Ras Al Ain, ciudad fronteriza en disputa desde el primer día de la operación ‘Manantial de Paz’ donde continuaron los combates. El acuerdo hecho público el jueves por el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, estableció un plazo de cinco días para que las milicias kurdas se alejen 30 kilómetros de la frontera, pero al no haber tropas de Estados Unidos sobre el terreno el único que podría supervisar y coordinar este movimiento es Rusia.
Recep Tayyip Erdogan dejó claro que «si las promesas se respetan de aquí al martes por la noche, la cuestión de la zona de seguridad estará resuelta. Si no, la operación “Manantial de paz” se reanudará». El líder islamista viajará precisamente el martes a Moscú para entrevistarse con Vladimir Putin y esa será la reunión que marque el futuro de la ofensiva.
El texto acordado tras las amenazas de Donald Trump a Erdogan deja demasiadas incógnitas y ha sido interpretado de distinta forma por unos y otros. Mientras el presidente turco insistió en que la zona de seguridad debería «extenderse a lo largo de 444 kilómetros», desde el Éufrates hasta la frontera con Irak, el comandante kurdo, Mazloum Kobani, declaró a la cadena RonahiTV que el alto el fuego que ellos aceptan y el alejamiento de sus hombres solo afecta a los 120 kilómetros que separan las localidades de Ras Al Ain y Tal Abyad, la franja de terreno en la que se centran los primeros movimientos de Turquía y de las facciones islamistas sirias que combaten a sus órdenes.
Ante lo volátil de la situación las autoridades kurdas hicieron un llamamiento a «Naciones Unidas, Consejo de Seguridad, la Liga Árabe y especialmente a Estados Unidos, porque se considera mediador en este acuerdo» para que «envíen inmediatamente observadores internacionales con el fin de garantizar el acuerdo del alto el fuego temporal».
Erdogan tiene el doble objetivo de alejar a las milicias kurdas de la frontera y de realojar a millones de refugiados sirios que en la actualidad están en Turquía en esa «zona de seguridad» en la que planifican «construir 140 aldeas con 5.000 habitantes en cada una y 10 distritos con una población de 30.000 habitantes en cada uno».
Trump frivoliza
La operación turca ha provocado hasta ahora la muerte de más de 90 civiles a ambos lados de la fronteras y el desplazamiento de unas 300.000 personas, que huyen de la frontera en busca de un lugar seguro.
Pese a la gravedad de la situación Trump, que al comienzo dio luz verde a Erdogan para penetrar en el Kurdistán sirio y abandonó a sus exaliados kurdos, se permitió frivolizar y aseguró que había dejado a kurdos y a turcos enfrentarse en Siria porque eran «como dos niños» que necesitaban «pelearse». Unas declaraciones tachadas de «obscenas e ignorantes» por el ex enviado especial de la presidencia estadounidense para la coalición antiyihadista, Brett McGurk.
abc
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