No son estrellas, pero tampoco planetas. Las enanas marrones son «objetos subestelares» que no han conseguido acumular la masa suficiente para empezar a brillar como auténticas estrellas. Más grandes que los gigantes gaseosos y más pequeñas que las estrellas más ligeras, las enanas marrones son, en realidad, estrellas fallidas. Podríamos decir que constituyen el «eslabón perdido» entre los grandes mundos de gas, como Júpiter, y las estrellas propiamente dichas. Precisamente por eso son objetos que suscitan el máximo interés entre los astrónomos.
Y ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard acaba de añadir a las enanas marrones a la lista de objetos potencialmente aptos para albergar vida. En un estudio recién publicado en The Astrophysical Journal, en efecto, Masnavi Lingam y Abraham Loeb explican que las atmósferas de las enanas marrones poseen todos los ingredientes necesarios para dar sustento, como mínimo, a la vida microbiana.
«Una de las razones por las que estamos interesados en las enanas marrones –explica Lingam– es que son mucho más grandes que la Tierra, y por ello el volumen de sus atmósferas también es mucho mayor. Estos objetos se enfrían muy gradualmente, y por eso podrían mantener durante mucho tiempo temperaturas adecuadas para la vida».
En su estudio, Lingam y Loeb calcularon que el volumen habitable de la atmósfera de una enana marrón típica, es decir, los lugares que mantienen temperaturas y presiones compatibles con la vida, podría ser hasta cien veces superior al que hay disponible en la Tierra.
Vida en las nubes
Eso incluye zonas en las que las temperaturas oscilan entre los -23 y los 76 grados centígrados. Se trataría de auténticos embolsamientos en las atmósferas de las enanas marrones que podrían, incluso, contener nubes de agua. Según Lingam, la presión en el interior de esas nubes estaría entre los 0 y 1 bares, que es aproximadamente la presión de la atmósfera en la Tierra al nivel del mar.
«Ya se han encontrado evidencias de microbios en diferentes capas de la atmósfera terrestre –dice Lingam–, lo que nos hizo preguntarnos si algo similar podría suceder también en las atmósferas de las enanas marrones frías».
El estudio señala también que los ingredientes químicos de la vida tal y como la conocemos también se pueden encontrar en las enanas marrones. Y eso incluye carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, fósforo y azufre. Para colmo, muchas de las enanas marrones conocidas tienen planetas en órbita y por lo tanto la vida, más que formarse directamente en las estrellas fallidas, pudo llegar hasta ellas desde ellos.
Lingam y sus colegas también estudiaron las zonas de habitabilidad para esos planetas, y descubrieron que es poco probable que alberguen vida si la enana marrón a la que orbitan tiene menos de treinta veces la masa de Júpiter. A pesar de ello los investigadores creen que alrededor de las enanas marrones que superan ese límite podría haber un número similar de planetas capaces de albergar vida del que hay alrededor de las «auténticas» estrellas. Es decir, que las enanas marrones deberían incorporarse de inmediato a la lista de objetivos para encontrar exoplanetas con signos de vida.
abc
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