Bolton contra Trump y Pompeo por dialogar con la insurgencia

  17 Septiembre 2019    Leído: 506
Bolton contra Trump y Pompeo por dialogar con la insurgencia

El conflicto afgano alejó aún más al consejero del presidente y del secretario de Estado.

John Bolton tuvo razón dos días. Al tercero, o bien dimitió o bien le despidieron, según se le crea a él o a Donald Trump. En todo caso, está fuera de la Casa Blanca, tras 17 meses de conflicto no solo con los adversarios de Estados Unidos sino con el propio presidente y su secretario de Estado, Mike Pompeo.

El exconsejero de Seguridad Nacional llevaba meses tratando de que descarrilara el proceso de paz de la Casa Blanca con los talibán. Creía que Washington no podía negociar con una guerrilla que ha matado a más de 2.000 soldados norteamericanos, que amparó a Osama bin Laden cuando planificaba los atentados de 2001 y que además compite con el Gobierno legítimo de Afganistán, al que EE.UU. instaló y mantiene en el poder por medio de una larga misión bélica. Desoyéndole, Trump aceptó invitar a los talibán a un encuentro en Camp David días antes del 18 aniversario del 11-S. Tal era el enfado de Bolton por ese proceso y tan vehementes sus críticas, que Trump y Pompeo le ocultaron hasta los borradores del plan.

El 5 de septiembre los talibán atentaron en Kabul y mataron a un soldado de EE.UU., la baja número 2.219 de este país en Afganistán. Trump no tuvo más remedio que cancelar el proceso de paz el domingo pasado. La prensa y la televisión de EE.UU. proclamaron a Bolton ganador en su guerra interna con Pompeo y otros funcionarios más moderados (o más dispuestos a ocultar sus opiniones para no contrariar a Trump). No hay nada peor para el presidente que ver a un subalterno elevarse por encima de él. Trump llamó a Bolton al despacho el lunes. Bolton dimitió. Trump le dijo que esperara y le echó el martes por Twitter, como suele hacer. Apenas dos días de triunfo.

Según dice a ABC Anthony Scaramucci, que fue el segundo director de comunicación de la Casa Blanca de Trump, «el presidente suma a su lista a otro enemigo que él mismo se ha creado». «Hay que sumar a John Bolton a una larga lista de personas muy preparadas y muy respetadas en el Partido Republicano como Rex Tillerson, John Kelly o Jim Mattis, todos despedidos sin miramientos por un presidente que carece de las más mínima empatía. El presidente no tiene por que resolver sus problemas de este modo, podría haber dado a estas personas, incluido yo mismo, una salida digna», añade Scaramucci, despedido tras seis días.

Bolton fue el tercer consejero de Seguridad Nacional de Trump, tras Michael Flynn, que dimitió por sus contactos con Rusia, y H.R. McMaster, despedido porque sus presentaciones sobre las crisis mundiales solían ser demasiado largas y aburridas para el presidente.

Opiniones radicales
Para el veterano diplomático español Javier Rupérez, que le conoce bien porque ambos fueron embajadores en la ONU en la misma época, «Bolton siempre ha sido conocido por sus opiniones radical conservadoras, en las que siempre se ha mostrado coherente. No han sido esas opiniones las que han causado su expulsión de la Casa Blanca sino su disposición a mantenerlas aun en contra de Trump».

Que Bolton estaba más fuera que dentro de la Casa Blanca lo demuestra que cuando el 30 de junio Corea del Norte recibió por primera vez a un presidente de Estados Unidos el consejero de Seguridad Nacional de este se hallaba a 2.000 kilómetros de distancia, en un viaje oficial a Mongolia. Bolton, por supuesto, se oponía al diálogo de Trump con un dictador, de quien dijo el año pasado que debería seguir «el modelo libio». Bolton se refería a cuando el régimen libio abrió sus instalaciones nucleares a inspectores internacionales, pero en Pyongyang le acusaron de defender el linchamiento del presidente, que es como acabó Muamar el Gadafi. Puede que quisiera decir ambas cosas. La provocación entraba en su estilo.


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