A una semana de unos disputados comicios, Benjamín Netanyahu, que no logra despegar en los sondeos, anunció el martes que extenderá la soberanía de Israel sobre el valle del Jordán en el territorio palestino ocupado de Cisjordania si es reelegido. El primer ministro aseguró en un acto de campaña que el plan de paz diseñado por el presidente de EE UU, Donald Trump —que será presentado poco después de las elecciones—, supondrá una “oportunidad histórica” para que Israel se pueda anexionar el valle del Jordán y otras áreas.
En vísperas de las legislativas del pasado abril, cuyos ajustados resultados impidieron la formación de Gobierno y forzaron la repetición de las votaciones, Netanyahu ya prometió extender la soberanía a todos los asentamientos judíos. De cumplirse su compromiso, el Área C descrita en los Acuerdos de Oslo (un 66% del territorio palestino en Cisjordania) dejaría de formar parte del futuro Estado palestino, que se vería así condenado a convertirse en una entidad inviable.
“Por respeto al presidente Trump, esperaré a la presentación de su plan antes de aplicar la soberanía en estas comunidades [asentamientos] con la máxima coordinación con Estados Unidos”, reconoció el jefe del Gobierno israelí. “Pero hay un lugar donde podemos extender nuestra jurisdicción inmediatamente después de las elecciones si recibo un claro mandato para formar un nuevo Gobierno”, anunció, en referencia al valle del Jordán.
Netanyahu siempre ha defendido que la zona de Cisjordania fronteriza con Jordania y el mar Muerto constituye “un cinturón de seguridad irrenunciable” para Israel, que deberá mantener allí su presencia militar en el marco de cualquier acuerdo de paz.
Netanyahu presentó la llamada “frontera este de Israel” con un detallado mapa de la zona del valle del Jordán y la costa norte del mar Muerto que pretende anexionar. Comprende básicamente la parte oriental del Área C (de gestión exclusiva israelí) de Cisjordania, excluida la ciudad de Jericó y su oasis, que forma parte de la zona A (bajo control autónomo de la Autoridad Palestina). En su conjunto, cuenta con unos 2.400 kilómetros cuadrados y representa un 30% de la superficie cisjordana. Es un territorio semidesértico habitado por 65.000 palestinos y unos 11.000 colonos judíos distribuidos en varios asentamientos agrupados en las mancomunidades de Arvot Hayarden, en el norte, y Megilot, en el sur. El presidente del Consejo del valle del Jordán, el responsable de la organización Yesha de colonos David Elhayani, aplaudió en las redes sociales la iniciativa del primer ministro en funciones.
Un alto cargo de la Casa Blanca citado por Reuters preciso que, “en este momento, no existe ningún cambio de política de EE UU, que hará pública su propuesta para la paz después de las elecciones [en Israel] con el objetivo de lograr estabilidad en la región”.
Tras la anexión de Jerusalén Este (en 1980) y del territorio ocupado sirio de los Altos del Golán (en 1981) —ambos conquistados también en 1967 en la llamada Guerra de los Seis Días––, Netanyahu se compromete ahora a incorporar gran parte de Cisjordania a Israel. Más de 400.000 colonos se han instalado en los dos centenares de asentamientos cisjordanos, reconocidos o no por el Estado hebreo, construidos durante el último medio siglo. Otros 200.000 habitan en colonias erigidas en barrios de Jerusalén Este. Su voto puede ser determinante para que el Likud, el partido del primer ministro, consiga ser el más votado y encabece la próxima coalición gubernamental.
El Gobierno de Israel había interpretado hasta ahora que los grandes bloques de colonias —como Maale Adumim (este de Jerusalén), Gush Etzion (al sureste de Belén) o Ariel, (en el norte de Cisjordania)— formarán parte del Estado judío después de cualquier eventual acuerdo de paz con los palestinos. “No distinguiremos entre grandes bloques de asentamientos o colonias aisladas, porque cada uno de ellos forma parte de Israel y no los pondremos bajo soberanía palestina”, puntualizó el mandatario israelí en las últimas campañas electorales.
El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, replicó a través de Twitter que el plan israelí para anexionarse el valle del Jordán —una “parte integral de Palestina”— es “manifiestamente ilegal”. “La cultura de impunidad de Israel, amparada por la pasividad internacional, está detrás de esta nueva treta electoral de Netanyahu”, advirtió el veterano negociador palestino. “La comunidad internacional debe impedir que Netanyahu entierre los últimos restos de las exceptivas de paz y de creación de un Estado palestino viable”.
Reacciones internacionales de condena
El ministro de Exteriores de Jordania, Ayman Safadi, advirtió que los planes israelíes suponen “una peligrosa escalada que socava los pilares del proceso de paz”. El secretario general de la ONU, Antoni Guterres reconoció a través de un portavoz que la anexión de parte de Cisjordania “sería devastadora para la posibilidad de revivir las negociaciones, para la paz regional y para la propia esencia de la solución de los dos Estados”. Una decisión de este tipo, recordó, carecería de validez bajo la legislación internacional.
Para Naciones Unidas, todos los asentamientos en territorio ocupado carecen de legitimidad. El Consejo de Seguridad de la ONU lo reiteró por última vez en diciembre de 2016, en una resolución que fue unánimemente votada, salvo por EE UU, que se abstuvo por primera vez en décadas, en la recta final de la Administración de Barack Obama, para no ejercer el de veto en favor de Israel.
La ecuación paz por territorios apenas se ha mencionado en las dos últimas campañas electorales israelíes. El célebre eslogan, que hace más de 25 años se tradujo políticamente en los Acuerdos de Oslo con los palestinos, ya no parece atraer los votos. Ni las fuerzas conservadoras agrupadas en torno al primer ministro, ni la oposición de centroizquierda recogen en sus programas la fórmula de los dos Estados para sellar la paz. Netanyahu, en cambio, ofrece la anexión de tierras sin contrapartidas para atraerse el voto ultranacionalista que la alianza derechista Yamina, encabezada por la exministra de Justicia, Ayelet Shaked, le disputa en las urnas.
En el poder desde 2009, el jefe del Gobierno aspira a revalidar su cuarto mandato consecutivo con su política de mantenimiento a ultranza de un statu quo en los territorios ocupados que considera favorable a los intereses de Israel.
Los líderes de la oposición que desafían a Netanyahu en las legislativas le han echado en cara que recurra a la seguridad nacional —como hizo el lunes sobre el programa nuclear iraní— o a la cuestión de los territorios palestinos para obtener rédito electoral. “Netanyahu no va a anexionar nada en Cisjordania”, ironizó el candidato centrista Yair Lapid, “él solo piensa en anexionar votos”.
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