La Amazonia en llamas y el azote del huracán Dorian: ¿de verdad estamos ante una catástrofe climática?

  10 Septiembre 2019    Leído: 744
  La Amazonia en llamas y el azote del huracán Dorian:   ¿de verdad estamos ante una catástrofe climática?

Según la NASA, el área que los incendios forestales arrasan cada año en todo el mundo ha caído desde 2003 un 24 %.

Con la Amazonia en llamas y el calentamiento global de la Tierra, podría pensarse que "los cuatro jinetes del apocalipsis del cambio climático están llamando a nuestra puerta", escribe el experto Graham Dockery para RT.

Durante las últimas semanas, cerca de 80.000 incendios han azotado a la selva amazónica, lo que supone un aumento  del 83 por ciento en comparación con los fuegos registrados el año pasado en esta zona. 

El intensidad de estos incendios, "iniciados por lo general por los agricultores para despejar tierras de maleza para el pastoreo y la replantación", ha llamado este año la atención de los medios de comunicación en todo el mundo como nunca antes.

El pasado 22 de agosto, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tuiteó: "Nuestra casa se está quemando" y prometió dar prioridad a esta emergencia en la agenda de la cumbre G7 del mes pasado. Asimismo, activistas ambientalistas, candidatos presidenciales y legisladores estadounidenses, entre otras voces, se unieron a Macron, culpando a las políticas proindustriales del actual presidente de Brasil, Jair Bolsorano, de acelerar la desaparición de la selva amazónica.

Sin embargo, Dockery subraya en su artículo que no es solo el Amazonas el único lugar afectado por los incendios, ya que también hay franjas de África, del Ártico y de Asia en llamas; un panorama que The New York Times ha descrito como "de pesadilla" para los bosques del mundo, ante la posibilidad de que se produzca una reducción drástica de la "capacidad pulmonar" del planeta.

En ese sentido, Dockery cuestiona aquellas declaraciones, ya que a escala mundial los incendios forestales han disminuido drásticamente en las últimas dos décadas, según información proporcionada de la NASA, que estudia los incendios forestales por medio de satélites desde la década de 1980.

En concreto, el área arrasada cada año por los incendios forestales ha caído un 24 por ciento desde 2003. Si bien la deforestación no ha parado, ahora se lleva a cabo por lo general con máquinas y no con fuego, como antes, según la agencia. Doug Morton, científico de la NASA, asegura que "los cambios en los patrones de incendios de sabanas, pastizales y bosques tropicales son tan grandes que, hasta ahora, han compensado parte del mayor riesgo de incendio causado por el calentamiento global".

Aunque el cambio climático hace que los incendios forestales sean más propensos a desatarse, la actividad humana ha ayudado a contrarrestar ese riesgo climático.

En este sentido, el autor cita un estudio de la Universidad de Maryland / NASA, según el cual el crecimiento forestal en los últimos 35 años ha compensado con creces las pérdidas a través de la deforestación, de tal forma que "gracias a los esfuerzos de replantación", la supeficie forestal en todo el mundo ha aumentado en un área del tamaño de Texas y Alaska juntos.

Junto a la devastación asociada a los incendios del Amazonas, Dockery recuerda que la alarma medioambiental se hace extensible a la creciente sequía, si bien solo desde principios del siglo XX que se han registrado indicios de este proceso, ya la Tierra ha "fluctuado entre períodos húmedos y secos".

Otro de los indicios que indican que el planeta estaría en crisis según los medios, es el huracán Dorian, que —sostiene Dockery— "es retratado como el engendro mortal del cambio climático y una advertencia para todos nosotros". Sin embargo, Dorian no ha sido el único, ya que otro huracán de la misma categoría azotó Florida en 1935, matando a 423 personas, siendo en total 35 las tormentas de categoría 5 que se han formado en el Atlántico desde 1924.

Dockery concluye su artículo afirmando que "siempre hay tonos de gris detrás de los titulares alarmistas en blanco y negro", por lo que —más allá de los problemas evidentes que afronta el planeta— conviene verificar dos veces cualquier cosa que los activistas, el Gobierno y los medios de comunicación "traten como un evangelio".


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