Mauricio Macri tuvo que rendirse y aplicar una de las medidas que más había criticado al kirchnerismo: el control de cambios. Ante el agravamiento de la crisis y bajo el temor a una nueva depreciación del peso, el presidente firmó este domingo un decreto que restringe la libertad de empresas y bancos para comprar dólares. La medida obliga además a las exportadoras a liquidar en el país sus ingresos en moneda extranjera y limita a la compra mensual de divisas de los ahorristas a 10.000 dólares. Las restricciones no afectan el retiro de los dólares que los argentinos tienen en sus cajas de ahorro ni pone restricciones al envío de su dinero al exterior.
La semana pasada, el Gobierno ya había obligado a los bancos a solicitar autorización para enviar a sus casas matrices las ganancias en dólares generadas en el país. El decreto extiende ahora ese pedido de autorización también a las empresas. Para las personas físicas regirá un límite mensual de compra de moneda.
El nuevo paso hacia un control total de cambios, como el “cepo” sobre la compraventa de divisas que Cristina Fernández de Kirchner estableció en 2011 y que Macri abolió al principio de su mandato, va contra las ideas fundamentales del gobierno. Pero la emergencia ha podido más que los principios. La inestabilidad política que siguió al triunfo del peronismo en las primarias del 11 de agosto provocó una huida de los inversores hacia el dólar y presionó sobre el valor del peso. El viernes previo a las elecciones, un dólar se cambiaba por 46 pesos argentinos; el lunes posterior, la cotización había subido hasta más de 60 y el último viernes cerró a 62.
El Banco Central perdió durante agosto 13.800 millones de dólares en su intento por contener la demanda de divisas y sostener la moneda local. Los esfuerzos fueron insuficientes y el mes cerró en números rojos en todos los indicadores. La Bolsa de valores cayó un 72%, el peso se depreció un 38%, el valor de la deuda en bonos se redujo un 55% y la inflación se descontroló. Aún no hay cifras oficiales, pero se estima que los precios habrán subido al menos un 5% en un mes. Eso sitúa la inflación interanual en torno al 60%. El Gobierno intenta ahora anticiparse a una semana que se prevé compleja en el mercado cambiario y calmar las aguas cuando aún restan dos meses para las elecciones presidenciales.
La intención es generar mayor liquidez de dólares y convencer a los inversores de que habrá dinero suficiente para todos. En una decisión sin precedentes, los bancos podrán extender desde las 15 hasta las 17 horas su horario de cierre, para que ningún cliente se vaya sin realizar su operación de cambio o retiro de dólares. Los bancos anunciaron el sábado que reforzarían la cantidad de divisas para satisfacer cualquier subida de la demanda. Desde las elecciones primarias del 11 de agosto, los depósitos en dólares cayeron en unos 5.000 millones, desde los 35.000 que había en los días previos. El Gobierno trata ahora de adelantarse a la ansiedad del público y evitar una “corrida” bancaria que eleve la presión sobre las reservas de las entidades.
El control de cambio regirá, según el decreto firmado por Macri, hasta el 31 de diciembre. Veinte días antes habrá asumido el presidente surgido de las elecciones del 27 de octubre. Si se repite el resultado de las primarias, el Gobierno quedará en manos del peronista Alberto Fernández, que lleva a Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta. Fernández estará esta semana en España, adonde viajó este domingo para cumplir con un compromiso académico.
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