Diversificar el negocio o resignarse a que se vuelva obsoleto y raquítico: a los otrora poderosos operadores postales parece que no les queda otra alternativa frente a los drones de Amazon y los servicios de mensajería instantánea como WhatsApp.
Correos de Rusia (Pochta Rossii) es consciente del nuevo reto. Ni corto ni perezoso, el operador se ha propuesto convertir un 80% de sus 42.000 oficinas en un híbrido de centro de atención ciudadana, banco, farmacia y licorería.
La compañía prefiere definirlos como "centros de atracción" en su plan para 2020-2027, al que ha tenido acceso el diario Izvestia.
El documento, enviado al Ministerio de Finanzas y al de Comunicaciones, advierte que la correspondencia tradicional se contraerá en un tercio para el año 2023 ante la expansión de servicios alternativos.
"Correos de Rusia realmente ha desarrollado el proyecto Centros de Atracción para el período hasta el año 2027. Su puesta en práctica elevará el acceso a servicios básicos sociales y financieros en zonas rurales al nivel de las ciudades", confirmó a Sputnik un portavoz de la empresa, controlada al 100% por el Estado.
Innovar o desaparecer
Para la compañía, que terminó de reestructurarse en 2009 pero rastrea su historia hasta el 1266, año del primer reglamento sobre el tránsito de mensajeros en tierras rusas, "el modelo es económicamente viable y tiene demanda, según la experiencia de otros países".
Y es verdad: Correos de Rusia no es el único operador postal que apuesta por estrategias de diversificación.
La australiana AusPost ofrece a sus clientes la posibilidad de tramitar el pasaporte, solicitar el número de identificación fiscal o renovar la licencia de conducir, entre otros servicios, además de un extenso catálogo de productos que se venden en línea.
La belga Bpost cuenta con subsidiarias de logística como Ubiway que distribuyen bienes de consumo y servicios en más de 6.000 puntos de venta a lo largo del país.
El sitio web de la brasileña Correios incluye una amplia oferta de servicios financieros, de seguro, catastrales, tarjetas telefónicas y planos de internet.
En Poste Italiane, uno puede escoger productos de ahorro y realizar inversiones en fondos mutuos.
La recarga de móviles en Correos de España —desde cinco euros, según el sitio web— podría parecer menos convincente, pero hay nichos a fin de cuentas.
El operador postal ruso es un coloso que realiza 2.500 millones de envíos de correspondencia, más 365 millones de paquetes, tiene 42.000 oficinas repartidas en el territorio entre Kaliningrado, en el oeste, y Vladivostok, en el este, y unos 350.000 empleados.
Para muchos, los tiempos que se avecinan podrían implicar despido o subempleo, a menos que las oficinas postales, ante todo las que se encuentran en ciudades con menos de 20.000 habitantes, vayan diversificando sus servicios.
Y con las nuevas reglas del juego, una botella de vodka y un paquete de aspirina al lado de la filatelia de siempre, ya no parece una idea tan descabellada.
Eso sí, para que se haga realidad, las autoridades rusas tendrían que cambiar unas cuantas normativas, empezando con aquellas que regulan el comercio de fármacos y bebidas alcohólicas, además de extender un cheque por 85.000 millones de rublos, más de $1.283 millones al cambio actual.
Según Izvestia, ningún ministerio ruso hasta la fecha se ha mostrado muy entusiasta con el plan, de modo que difícilmente podría arrancar a partir del próximo año.
También la financiación podría erigirse en un problema, dijo al periódico una fuente familiarizada con las discusiones sobre el asunto.
Pero una idea que hoy parece remota e insólita dejará de serlo un día y al comparecer ante una ventanilla de Correos, pediremos como si tal cosa: una tarjeta prefranqueada, un plan prepago 6G, dos bocadillos con jamón y una Stolichnaya.
Sputnik
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