Tras una pausa de 10 días, la violencia ha regresado este sábado a las calles de Hong Kong. La policía ha cargado contra los miles de manifestantes que, pertrechados con máscaras de gas y cascos de albañil, habían erigido barricadas cerca de una comisaría en el barrio popular de Kwun Tong, en la península de Kowloon.
Al menos 28 de los participantes —18 hombres y 10 mujeres— fueron detenidos cuando, tras horas de tensión en torno a las barricadas, las fuerzas de seguridad comenzaron a lanzar botes de gas lacrimógeno contra los manifestantes. A su vez, los participantes en la protesta respondieron con el lanzamiento de botellas, piedras y otros objetos arrojadizos. En las vallas se leían mensajes como “Policías perros” o “Los hongkoneses queremos ser libres”.
El metro de Hong Kong había cerrado varias de sus estaciones para evitar, según la empresa operadora, que los manifestantes interrumpieran los servicios. La iniciativa había recibido numerosas críticas de los ciudadanos, que alegaban que se interrumpía un medio de transporte muy utilizado por todo tipo de personas, sin alternativas reales. La compañía había advertido de que si se producían "peleas, actos de vandalismo u otros incidentes de violencia", los trenes de las estaciones afectadas podrían suspender sus operaciones de inmediato.
Entre los objetos contra los que se volvieron los manifestantes se encontraban varias farolas inteligentes, capaces de analizar datos como el flujo de tráfico o el nivel de contaminación. Entre los participantes en las protestas había circulado el rumor de que estos pilares podían también recopilar datos personales. El Gobierno autónomo hongkonés lo niega, aunque la credibilidad del Ejecutivo entre los manifestantes ya es prácticamente inexistente.
"Los manifestantes han dañado varias farolas inteligentes. El Gobierno autónomo ha precisado en numerosas ocasiones que las farolas no cuentan con capacidad de reconocimiento facial y no infringirían la intimidad personal. Se las ha comenzado a usar para recabar datos como la calidad del aire o el tráfico, para facilitar el desarrollo de la ciudad inteligente... No obstante, manifestantes irracionales han hecho caso omiso de la realidad y han dañado las farolas ostentosamente", indica un comunicado oficial.
Los incidentes llegaban menos de 24 horas después de que los manifestantes en el territorio autónomo organizaran una cadena humana de entre 45 y 60 kilómetros de longitud, según las versiones, de manera pacífica, para exigir sus cinco reivindicaciones: la marcha de la jefa del Gobierno autónomo, Carrie Lam; la apertura de una investigación independiente sobre la represión policial de las manifestaciones; la libertad de los detenidos en esas marchas; la retirada definitiva del proyecto de ley de extradición —el origen de las 12 semanas de las protestas—, y el relanzamiento del proceso de reformas democráticas en Hong Kong, suspendido hace cinco años.
El proyecto de ley de extradición desató las primeras protestas el 9 de junio, cuando el centro del territorio autónomo presenció una marcha en la que participaron más de un millón de personas, según los organizadores. Desde entonces, cada fin de semana se han desarrollado actividades en las que han participado decenas de miles de personas. Si inicialmente las protestas fueron en su inmensa mayoría pacíficas, a mediados de julio, víctimas de la frustración por la falta de respuesta oficial a sus exigencias, se tornaron cada vez más violentas. El clímax llegó el 12 de agosto, cuando miles de jóvenes tomaron el aeropuerto de Hong Kong, en una protesta en la que se cancelaron todos los vuelos desde y hacia este importante centro de tránsito aéreo asiático.
Entonces, las escenas en las que se veía a decenas de manifestantes rodear a un presunto policía, o a un periodista del periódico oficial Global Times, y golpearlos con violencia obligaron al movimiento, que carece de líderes, a replantear su comportamiento. La semana pasada, una manifestación masiva por el centro de Hong Kong en la que participaron cerca de 1,7 millones de personas según los organizadores, se desarrolló sin incidentes, entre exhortaciones de los organizadores a recuperar el espíritu pacífico inicial.
La noche del viernes, al menos 45.000 personas —siempre según los organizadores— participaron en una cadena humana que cubrió casi 60 kilómetros, a lo largo de tres grandes rutas de metro y por zonas tan simbólicas como la Roca del León, la montaña más alta de Hong Kong. La idea del “camino de Hong Kong” se había inspirado el “camino báltico” de hace 30 años. Entonces, cerca de dos millones de personas en Estonia, Letonia y Lituania juntaron sus manos a lo largo de un recorrido de 600 kilómetros para protestar contra el dominio soviético, que había ocupado las tres repúblicas bálticas en 1940 tras la firma un año antes del pacto Molotov-Von Ribbentrop, por el que Europa se dividía en dos bloques.
Aquella cadena humana el 23 de agosto de 1989 supuso un punto de inflexión en las demandas de independencia de las repúblicas bálticas, que se verían cumplidas definitivamente en 1991. Pocos meses más tarde, el 26 de diciembre de 1991, la hasta entonces aparentemente todopoderosa Unión Soviética quedaba disuelta de modo oficial.
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