La mayor trama de financiación del yihadismo operaba como una mafia

  01 Julio 2019    Leído: 1285
La mayor trama de financiación del yihadismo operaba como una mafia

El «director financiero» de la célula «familiar» cumplió condena por pertenecer al grupo de Abu Dahdah.

La mayor y más compleja célula de financiación del terrorismo yihadista descubierta hasta ahora en España, desmantelada la semana pasada por la Comisaría General de Información de la Policía, utilizaba los mismos métodos que cualquier grupo mafioso: un control férreo de la organización por parte del jefe; una cohesión interna muy potente basada sobre todo en lazos familiares y personas de máxima confianza en la que imperaba la «omertá» o ley del silencio; una estructura empresarial de apariencia legal al servicio de la actividad criminal y una disciplina máxima con el empleo de severos castigos que no solo se aplicaban sobre quien cometía el error, sino también a su familia.

El ciudadano sirio Fares Kutayni y su familia llegaron a España en los 80 tras las primeras purgas del régimen de Hafez al-Asad, padre del actual presidente de ese país, y a partir de entonces comenzó a poner los primeros ladrillos de un potente entramado de negocios, sobre todo empresas de compra-venta de vehículos pesados e inmobiliarias, en Madrid y Valencia. A pesar del exilio, y de que aquí nacieron sus cuatro hijos, este individuo nunca dejó de tener contacto con su país, donde había dejado a varios parientes, entre ellos su hermano Manaf. Con el paso de los años, el patriarca del clan de los Kutayni y su mujer consiguieron la nacionalidad.

En apariencia se trataba de una historia exitosa de integración, pero desde diciembre de 2017 Fares y sus vástagos comenzaron a estar en el foco de los agentes antiterroristas. Había un motivo claro para ello: uno de los hijos, Human, acababa de volver a España tras haber cumplido condena por participar en 2008 en un atentado perpetrado en Damasco por una katiba de Al Qaeda. Murieron 17 personas, entre ellas un general... Había sido liberado gracias a las gestiones de su familia, con importantes contactos en Siria. Nuestro país no solo no podía impedir su regreso sino que, al tratarse de un español, incluso debía darle ayuda diplomática para traerlo.

Ya en los primeros estadios de la investigación se detectó que el entramado empresarial dirigido con mano de hierro por el padre no solo obtenía importantes cantidades de dinero que permitían a la familia disfrutar de un buen nivel de vida, sino que además había indicios de que enviaban fondos a Siria. La destinataria era una milicia de Al Qaeda, Hal’y Tahir Al Sam, del Frente Al Nusra, que aún lucha contra el régimen de Bashar al-Ashad en la provincia de Idlib. Manaf Kutayni, el hermano del patriarca, se había autoproclamado emir de esa organización terrorista y era el destinatario último de los envíos.

La investigación fue desde el primer momento muy compleja. Se trataba de un clan familiar dirigido por el patriarca. Sus cuatro hijos eran sus principales colaboradores y el resto personas de su máxima confianza. Si alguien cometía un error no solo se le enviaba a él de vuelta a Siria, sino a toda su familia, aunque estuviese en situación legal en España.

Coches de alta gama
El jefe de la trama residía con su familia en un chalé de Algete (Madrid), y a sus vecinos les había llamado la atención los vehículos de alta gama en los que se desplazaban. No tenían apariencia salafista, y aunque unos eran más religiosos que otros ninguno de ellos hacía proselitismo yihadista porque lo que les interesaba era pasar inadvertidos. Varios de ellos tenían la carrera de odontología -una hermana incluso era propietaria de una clínica, aunque las mujeres no tenían papel alguno.

En la célula tenía un papel clave un viejo conocido de la Policía, Mohamed Galeb Kalaje, alias Abu Talha. Estaba en libertad desde agosto de 2006 tras haber cumplido nueve años de condena como tesorero de la célula de Al Qaeda en España que dirigía Imad Eddin Barakat Yarkas, Abu Dahdah. Este último fue condenado por urdir los atentados del 11-S.

Al parecer, Kalaje y Fares Kutayni se conocieron en los años 80 en Madrid. Ambos son sirios y frecuentaban los mismos ambientes, y cuando salió de la cárcel comenzó a trabajar en el entramado empresarial del segundo. La Policía lo considera el director financiero de la célula.

Las empresas de la familia, 9 aunque algunas no tuvieran actividad, con objeto social y domicilio fiscal distinto en cada caso, se utilizaban, como se ha dicho, para la obtención de dinero. Lo habitual es que se falsificaran las facturas, en las que se incluía un sobreprecio al real del bien que se vendía. El resto, engrosaba los fondos de una caja B, que eran enviados a Iblid bien por el método hawala -utilizaban los servicios de dos «hawaladares»-, o directamente con «correos humanos» que llevaban el dinero en efectivo. Alguno fue detenido en un país europeo con dinero y tras el arresto se obtuvo importante información.

Millones de euros en B
Pero además de esa facturación falsa, también hacían otra cruzada entre las sociedades con el mismo objetivo: «Por las cuentas de estas sociedades han pasado millones de euros en B, y los saldos de las mismas eran siempre muy pequeños, próximos a cero... Ellos trabajaban con dinero en efectivo, que deja mucho menos rastro», dicen las fuentes del caso. También utilizaban personas interpuestas para crear empresas, entre ellas Vicente Lamarca, testaferro de organizaciones criminales, ahora detenido en Venezuela.

Los expertos en financiación terrorista y los investigadores «de campo» comprobaron que los «correos humanos» habían sido reclutados en Siria, traídos a España y regularizado su situación, muchas veces con falsos contratos de trabajo suscritos por las empresas. El clan no solo les facilitaba la documentación, sino que además les daba un piso para vivir -entre otros lugares en un barrio de clase media de un pueblo del corredor del Henares-, y el dinero necesario para sus subsistencia. Su fidelidad, por tanto, estaba garantizada.

El método para traer esa gente a España era hacerles cartas de invitación que servían luego para que pidieran asilo. El siguiente paso era firmar falsos contratos de trabajo, de lo que se ocupaba Human Kutayni, que abrían la puerta a la obtención de la residencia, y finalmente se empadronaban de forma ilegal en las casas del clan. En cuanto a la ruta para llegar a nuestro país, utilizaban la que empleó en 2017 este individuo cuando pudo salir de Siria.

Pero además, el entramado empresarial servía para enviar mercancía. «Para poder llevarla a Iblid es imprescindible tener la complicidad y el permiso del resto de milicias que operan en esa provincia -explican las fuentes-, al igual que si se quiere mandar un “correo humano”. Por supuesto, esos grupos también cobran un peaje. El clan Kutayuni tenía los contactos al más alto nivel para poder hacerlo, lo que demuestra si fuerza». Sobre las mercancías, los envíos más frecuentes consistían en viejos camiones, aunque en uso, y piezas de estos vehículos pesados que introducían en contenedores, siempre utilizando la cobertura legal de sus empresas.

La ruta que hacían los cargamentos, entre los que se incluyó algún blindado, era primero marítima, desde algún puerto de Levante en los que el clan pensaba que había poca vigilancia. En esta fase jugaba un papel importante una empresa de transporte de contenedores que controlaba el patriarca. En la hoja de ruta de la embarcación a veces se daba un puerto de destino ficticio, y realmente el mercante se dirigía a alguno de seguridad en Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Pero la organización no sólo tenía capacidad para actuar y hacer negocios en Siria, sino también en otros países en los que Al Qaeda tiene intereses estratégicos como Sudán, Yemen, Somalia y Libia. Otra prueba más de que se trataba de una red muy poderosa.






Abc


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