Pedro Sánchez, durante su intervención el domingo en el acto de Mérida por el Día de la Rosa.
Pedro Sánchez, durante su intervención el domingo en el acto de Mérida por el Día de la Rosa. Jero Morales EFE
El “cuanto peor, mejor” no es la actitud con la que los críticos con Sánchez, candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, afrontan estas elecciones. Diferentes responsables de federaciones distantes con el secretario general del partido, rechazan de plano que vayan a hacer huelga de brazos caídos en esta campaña electoral que culminará en las urnas el próximo 26 de junio.
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La disputa por el liderazgo del PSOE se librará después —y casi nadie duda de que la habrá— pero ahora ningún responsable regional y provincial quiere bajar del resultado que tuvo el pasado 20 de diciembre, que ya fue, por lo general, pésimo. Es más, quieren mejorar. Cada uno en su provincia y región empieza ahora a diseñar la campaña, en paralelo a la que desarrollará Sánchez, hasta sumar miles de actos en toda España.
Por sus hechos se les juzgará, pero las federaciones se preparan para una campaña intensa. “Yo quiero a mi partido y no quiero que se vaya por el desagüe”. Esta declaración de un dirigente territorial es muy similar a las de otros dirigentes socialistas, que miran por el retrovisor a Podemos.
El 20-D, el partido de Iglesias se quedó a 300.000 votos; ahora, con IU, posiblemente, en la misma candidatura, hay posibilidades ciertas de que se aproximen mucho más o les superen.
En la campaña se verá y se escuchará a los dirigentes referirse e interpelar a Podemos. Ayer mismo, en Mérida (Badajoz ), Sánchez, se solidarizó con el presidente de la comunidad, Guillermo Fernández-Vara, porque “sufre a esa izquierda antisocialista”.
Los presupuestos de Extremadura han sido aprobados gracias al PP y a Ciudadanos, ya que Podemos, que sí permitió la investidura de Fernández-Vara, se ha negado ahora a apoyar las cuentas públicas presentadas por el gobierno socialista. “Lo grave no es que haya partidos de izquierda que bloqueen la investidura de un presidente socialista, sino que han bloqueado políticas que esperaban millones de ciudadanos”, dijo ayer Sánchez en Mérida, ante casi 3.000 personas en la Fiesta de la Rosa del PSOE extremeño.
El baño de afecto que el secretario general recibió en Extremadura le hizo sentirse especialmente animado, según su entorno, después del bajón que sufrió tras el fracaso en las negociaciones para su investidura. Su proverbial determinación, de la que tanto hablan afectos y críticos, le empuja de nuevo a dar la batalla. Y a ello le animó ayer el presidente extremeño. “Nada está escrito y hay que salir a ganar”, señaló Fernández-Vara.
Apoyo de Andalucía
La actitud de “ganador” es la que reclama la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, muy crítica con las manifestaciones del líder de Podemos, Pablo Iglesias. La gobernante andaluza ha señalado su intención de “dejarse la piel” para que el PSOE obtenga un buen resultado en las elecciones del 26 de junio. La relación con Sánchez se mantiene en las antípodas del afecto, pero nadie duda de que el PSOE de Andalucía trabajará intensamente para mejorar el resultado del 20-D.
No habrá pasividad en el socialismo andaluz ante el discurso y las intenciones de Podemos de hacerse con la representación de la izquierda, señalan fuentes de esa federación. Los 7.000 avales que Andalucía ha aportado a la candidatura de Pedro Sánchez son una muestra de que nadie podrá acusarles ahora de boicotear la candidatura de Sánchez cuando lo que toca es parar a Podemos.
Tampoco será impasible frente al partido de Iglesias el resto de los barones territoriales. Ni el presidente asturiano, Javier Fernández; ni el aragonés, Javier Lambán. Aunque cada uno actuará según su circunstancia territorial y en Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page cargará más las tintas contra el PP.
La campaña frente a Podemos se da casi por segura en toda España si, como parece, las conversaciones del PSOE para llegar a acuerdos con distintas fuerzas de izquierda en torno a candidaturas comunes para el Senado no cuentan con el respaldo de la formación de Iglesias. Las reticencias de este partido a acercarse al PSOE son máximas, como se aprecia en Aragón, Baleares y la comunidad valenciana.
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