Según informó el sábado el rotativo español Expansión un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que cada año 374 millones de personas sufren accidentes laborales, una causa por la que diariamente mueren cerca de 1000 en todo el mundo.
A esta cifra, afirma, hay que sumarle otra no menos impactante: la de los 6500 fallecidos que las denominadas enfermedades profesionales se cobran cada 24 horas. Así las cosas, y ateniéndose a los últimos datos disponibles, el documento indica que en 2017 se perdieron 2.78 millones de vidas por motivos atribuibles al trabajo.
Además de las pérdidas humanas y del sufrimiento inenarrable que ocasiona, la OIT subraya que “esta problemática también puede trastocar la productividad de las empresas, provocar interrupciones en sus procesos de producción y obstaculizar su competitividad”. De hecho, los días no trabajados por razones relacionadas con la seguridad y la salud representan “alrededor del 4 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, una cuota que se eleva hasta el 6 % en algunos de los países estudiados”.
Entre las razones que inciden directamente en estas estadísticas se encuentra el exceso de trabajo (esto es, una dedicación de 48 o más horas semanales al ámbito profesional), una situación que afecta a un 36 % de la población. Esto se debe, sobre todo, a la hiperconectividad: “estar siempre pendiente del teléfono o del correo electrónico perjudica nuestra salud mental”, destaca el documento.
“Cada vez se dispone de más medios para pedir una mayor entrega al personal, que, en consecuencia, no tiene tiempo para descansar, tener otras ocupaciones o dedicarse a sus actividades de ocio”, añade.
Junto a los efectos nocivos de la digitalización, otros factores que determinan el surgimiento de nuevos riesgos en este ámbito son la demografía (por ejemplo, el envejecimiento de la población), o el cambio climático (contaminación, temperaturas extremas).
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