2016: ¿Por qué un año sin gobierno en España?

  06 Septiembre 2016    Leído: 292
2016: ¿Por qué un año sin gobierno en España?
En un futuro no muy lejano, en las clases de Historia de los colegios españoles se dará un temario posiblemente titulado; 2016, el año sin gobierno.

Un programa educativo que subrayará la anécdota novedosa de dos políticos, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, que "salieron derrotados en sus investiduras". Seguramente dejará al alumnado con incertidumbre, no sólo por no dimitir los dos líderes tras sus investiduras fallidas sino por los intereses ocultos que existieron. Intentaremos hacer de docente.

Desde las primeras elecciones españolas consideradas como el Fin de la Transición Política tras casi 40 años de Dictadura Franquista, elecciones celebradas en 1982, el bipartidismo hegemónico PSOE (etiquetado como izquierda) y Partido/Alianza Popular (etiquetado como derecha) nunca bajó de la suma de 280 diputados del total de 350. Nunca menos del 80 % de los escaños. Hasta que las elecciones de diciembre de 2015 rompieron con esta estadística.

El bipartidismo con los años fue haciendo más borrosas las diferencias entre PSOE y PP al cumplir los dos partidos con las mismas políticas económicas elaboradas en entes superiores como la Unión Europea. Un bipartidismo que recordaba las falsas diferencias entre conservadores, liderados por Canovas del Castillo, y los liberales de Mateo Sagasta, a finales del siglo XIX. La política de privatizaciones, de flexibilidad laboral imponiéndose a demandas sindicales, de recortes en políticas públicas, de Si a la OTAN, o de aceptar la Constitución Europea y el modelo del Euro sin ningún mínimo debate.

La cada vez más inexistente brecha diferencial y un bipartidismo convertido en una imagen de la misma clase política provocó el nacimiento de las movilizaciones del 15M en 2011 contra esta élite burocrática; "No nos representan". Movilizaciones que fueron prealimentadas por la Crisis Económica de 2008 que tanto afectó y sigue afectando a la población española.

La crisis económica de 2008, y la crisis política de 2011, abrían un nuevo escenario. Fenómeno al que no atendió ningún actor del bipartidismo, sino justo lo contrario, siguieron apostando por sus pactos conjuntos. Uno de estos pactos más llamativos fue modificar el artículo 135 de la Constitución Española en septiembre de 2011 para llevar a cabo unas reformas de ajuste fiscal neoliberal sin, además, consultar a la población mediante un referéndum. Los parlamentarios del PP y PSOE decidieron conjuntamente y unilateralmente esta nueva política estructural.

2012, 2013, y 2014, fueron años de enfrentamiento social en España entre gran parte de la ciudadanía y el bipartidismo convertido en el unipartidismo; Asambleas del 15M, movilizaciones de Indignados, asambleas barriales, luchas locales, manifestaciones sindicales como mineros, e incluso reivindicaciones nacionalistas catalanas.


Este punto temporal de indignación provocó lo que antes parecía imposible, un gran rasguño en la hegemonía bipartidista. El nacimiento de Podemos a inicios de 2014 y su buen resultado de 5 escaños en las elecciones europeas en mayo del mismo año (no sólo por el contexto social sino también por su buena estrategia comunicativa), puso en alerta al bipartidismo hegemónico PP y PSOE. La alerta se hizo más evidente con los buenos resultados de Podemos y las confluencias "Municipios del Cambio" en las elecciones locales de mayo de 2015.

Victorias en las dos ciudades más pobladas, Barcelona y Madrid, entre otras. Muchos de los indignados contra la clase política veían esto como la alternativa electoral para cambiar la política económica.

Ahora bien, el bipartidismo del Régimen del 78 con más de 30 años de historia y arropado por instituciones poderosas como medios de comunicación (Grupo PRISA) y el poder económico (IBEX 35), además de asesorías de mentes académicas, iba a hacer todo lo posible para que el rasguño no se ampliará. Uno de los efectos, sin olvidar riesgos, podría ser la entrada en el juego institucional de nuevos partidos que "renovarían" el sistema político español y dejaría de ser visto como un bipartidismo cada vez más difuso en la opinión pública.

Si entraba un partido que parecía representar el 15M, los de Abajo, como Podemos también daba lugar a poder insertarse un partido que representaba dialécticamente a los de Arriba, Ciudadanos. Así, a pesar de intentar en un inicio Podemos no etiquetarse de izquierda, sino de sentido común y mayorías contra el neoliberalismo del bipartidismo los últimos años para obtener así el mayor número de votos desencantados (incluso del PP, que muchos de sus votos eran de clase trabajadora afectados ahora por la crisis), la entrada de Ciudadanos como nueva derecha le sitúo finalmente a Podemos como nueva izquierda.

Efecto que reprodujo el mismo partido de Pablo Iglesias al pactar finalmente con la izquierda histórica, Izquierda Unida. Y en segundo lugar, el asalto institucional de una fuerza que parecía representar a los indignados del 15M podría provocar un coste elevado electoral al bipartidismo pero a la vez una victoria en apaciguar los nacientes e impactantes movimientos sociales.

Movimientos que tanto inquietaban a una parte del poder y por eso el PP aprobó leyes antidemocráticas como La Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, para ampliar legalmente la represión contra las protestas.

hispanTV.

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