Si Diógenes de Sinope hubiera vivido en nuestra época y no en la Grecia del siglo IV antes de Cristo, no habría tenido tiempo para filosofar. Probablemente, ante la tinaja donde vivía como mendigo se hubiera formado una cola de turistas y aspirantes a influencer deseosos de posar para un selfi con él y preguntarle cómo iba su búsqueda de un hombre honesto. Al menos, así le ha ocurrido a otro sabio vagabundo moderno. Shen Wei, un sin techo de Shanghái, saltó hace unas semanas a la fama en las redes sociales chinas por su profundo conocimiento de la literatura y la filosofía clásicas. Ahora no le ha quedado otra que poner pies en polvorosa para huir —por segunda vez en su vida— del mundanal ruido.
Shen se había convertido en una sensación en Internet de la noche a la mañana. Una estrella muy poco convencional: con su melena apelmazada, larga barba rala, varios dientes de menos y ropa raída, tenía poco que ver con los ídolos de tez perfectamente retocada que pueblan las redes sociales chinas.
Pero hace tres meses empezaron a aparecer una serie de clips de pocos segundos en Douyin (TikTok), una popularísima plataforma de vídeos cortos, en los que Shen salía hablando y que pronto se hicieron virales. Si su aspecto era el de un vagabundo, su cultura era digna de un académico, citando con soltura a Aristóteles, a Confucio o a los clásicos de la literatura china.
Apodado en Internet como el “gran maestro vagabundo de Shanghái”, su elocuencia y su cultura de otra época le atrajeron numerosos admiradores. Demasiados. Llegado marzo, en el portal donde vivía, en una calle muy modesta de Shanghái, se había montado un constante belén de curiosos que aspiraban a tomarse una foto con la nueva celebridad. Tanto que la policía tuvo que acudir en alguna ocasión a abrirle paso para que el hombre pudiera salir a la calle.
Circularon numerosos rumores sobre este Diógenes moderno. Que si era un profesor convertido en ermitaño. Que si se había echado a la calle tras la muerte en un accidente de su esposa y de su hija.
Poco a poco se fueron sabiendo datos. Que tiene 52 años. Que ha vivido toda su vida en Shanghái. Que se gana la vida recogiendo basura y clasificándola. Que empezó con un trabajo de funcionario y una vida convencional, pero que tras una baja por enfermedad nunca volvió. Que lleva dos décadas viviendo en las calles. Y que ha acumulado todo su saber mediante la lectura, su gran afición.
“No hay nada de especial en mis conocimientos, simplemente me gusta leer”, ha explicado al digital chino Thepaper.cn. “Desde que era joven todo lo que he hecho ha girado en torno a la lectura”. De muchacho, ha contado, no tenía dinero para comprar libros, por lo que empezó su hábito de rebuscar entre la basura y vender lo aprovechable para conseguir los yuanes necesarios. Ese hábito, que continuó como funcionario, ahora se ha convertido en una forma de vida.
Al principio, su fama instantánea no pareció molestarle. En varios vídeos se le ve rodeado de gente que le pone el móvil a centímetros de la cara, sin que él se inmute. Pero, a medida que pasaban los días sin espacio ni tiempo para sus amados libros, se acabó hartando. “Internet no me ha traído más que problemas”, se lamentaba en declaraciones a los medios chinos.
Primero cambió de aspecto, se afeitó la barba y se cortó el pelo. Así se le pudo ver en una reunión de antiguos compañeros de escuela. Pero no fue suficiente. Desde hace varios días, Shen se ha retirado de la circulación. Ya no vive en su portal. Una nota explica que el “maestro vagabundo” “está exhausto, física y mentalmente, y estará fuera una temporada ¡Gracias!
Aunque... nunca se puede estar seguro. En las mismas redes sociales que le encumbraron, circulan rumores de que volverá. Y esta vez, con su propio programa en las plataformas digitales. Quién sabe. Quizá el propio Diógenes, de haber vivido hoy, habría dejado la tinaja y se habría ido a YouTube.
ElPais