La popularidad de Bolsonaro se hunde a los cien días de su mandato

  11 Abril 2019    Leído: 999
La popularidad de Bolsonaro se hunde a los cien días de su mandato

La economía brasileña no despega y sus promesas electorales topan con la realidad.

Jair Bolsonaro cumplió ayer cien días de Gobierno y su aprobación es más baja que nunca desde que asumió la presidencia de Brasil. El votante populista exige cambios acelerados y el ultraderechista se ha dado de bruces con la realidad a la hora de transformar radicalmente, como prometió, este gigante de 200 millones de habitantes.

Más allá de las redes sociales y de medidas como la liberalización del acceso a las armas de fuego, lo cierto es que los indicadores económicos no se han movido demasiado desde que llegó al poder el 1 de enero.

Sólo Sérgio Moro, el titular de Justicia que se encargó del caso Petrobras, conserva el reconocimiento

Nunca ningún presidente brasileño ha perdido su caudal de apoyo a tanta velocidad. El último sondeo, a cargo de Datafolha y publicado el domingo, indicaba que sólo el 32% de los ciudadanos aprueba la gestión de Bolsonaro en sus poco más de tres meses en el cargo. La caída de popularidad coincide con otras dos encuestas difundidas la semana pasada. El porcentaje supone que Bolsonaro ni siquiera mantiene el apoyo de la totalidad de los votantes que se inclinaron por él en la primera vuelta electoral, donde obtuvo un 46%, y mucho menos en la segunda, cuando ganó los comicios con el 55% del voto. Según Datafo-lha, un 32% de los encuestados considera mala su gestión, mientras que un 33% cree que es regular.

El Trump de los trópicos ha despreciado la encuesta, como menosprecia a los aliados que le aconsejan cambiar de estilo y abandonar la actitud provocadora y antiestablishment que le encumbró en campaña. “No voy a perder el tiempo en comentar una encuesta de Data- folha, que dijo que iba a perder contra todo el mundo en la segunda vuelta”, afirmó el político. Al pre­sidente estadounidense el estilo agresivo le sigue funcionando para mantener a sus fieles, pero a Bolsonaro parece que no. Es más, los tuits y las declaraciones salidas de tono han provocado ya más de un conflicto interno y generan incertidumbre en los mercados financieros que le apoyaron.

Los moderados abogan porque el presidente se muestre más centrado y con un perfil de hombre de Estado

La última polémica ha tenido lugar esta semana con la destitución del ministro de Educación, el sociólogo ultraconservador nacido en Colombia pero nacionalizado brasileño Ricardo Vélez, que defendía propuestas tan polémicas como reinterpretar en los libros de texto el golpe de Estado de 1964. Sin embargo, Bolsonaro, que reivindica la dictadura (1964-1985), lo ha cesado sin dar mayores explicaciones públicas.

La salida de Vélez, que pretendía que los profesores grabaran a los alumnos de las escuelas cantando el himno nacional y cuya llegada al ministerio causó la dimisión airada de una docena de altos funcionarios, se interpreta como una victoria de los sectores más moderados y pragmáticos, frente a la línea dura más ideologizada.

Ocho de los 22 ministros son militares, algunos de los cuales se sitúan más en el ala pragmática del Gobierno que en la dominada por el anticomunismo en un gabinete que se está mostrando como una olla de grillos. Además, Bolsonaro necesita contentar a un variopinto grupo de partidos conservadores para sacar adelante sus proyectos de ley, ya que no cuenta ni remotamente con la mayoría parlamentaria.

Los moderados abogan porque el presidente se muestre más centrado y con un perfil de hombre de Estado, lo que choca con la imagen antisistema que fomenta. La anunciada reforma de las pensiones es un buen ejemplo: se trata de una impopular propuesta del ultraliberal ministro de Hacienda, Paulo Guedes, que no acaba de obtener suficiente apoyo en el Congreso y que Bolsonaro defiende con la boca pequeña porque sabe que puede provocar aún más deserciones entre quienes le votaron.

Todos los ministros, menos uno, suspenden en el sondeo de Datafolha. El único aprobado, con un notable 59%, es el exjuez anticorrupción del caso Petrobras, Sérgio Moro. El ministro de Justicia y Segu- ridad presentó un paquete de medidas contra la delincuencia aún sin desarrollar, pero que no obstante demuestra la alta popularidad del exmagistrado que envió a la cárcel al expresidente Lula. Con un 93%, Moro es el ministro más conocido del Gobierno y la única estrella que parece brillar cien días después de que Bolsonaro tomara el poder.

Lavanguardia


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