Como consecuencia de este ataque de represalia, al menos 60 soldados y mercenarios murieron o resultaron heridos por el fuego de este misil balístico, según ha confirmado el portavoz de las Fuerzas Armadas de Yemen, el general de brigada Yahya Saree.
El vocero del Ejército, además, ha resaltado que la ofensiva fue realizada después de que un comando de las fuerzas invasores se preparaba para lanzar una operación militar contra las posiciones de las tropas yemeníes y los comités populares, resaltando que el ataque causó “gran pánico y confusión en las filas del enemigo”.
“Ya no hay un lugar seguro para las fuerzas de invasión y ocupación y sus mercenarios. Nuestros misiles vigilan dónde están y dónde se mueven los enemigos”, ha sostenido el general Saree, para después indicar que este tipo de misiles apuntan solo a las fuerzas que agreden al pueblo de Yemen.
El pasado 26 de marzo, se cumplió cuatro años de la agresión militar liderada por Arabia Saudí contra Yemen. Un informe publicado el pasado 11 de diciembre por el proyecto Datos sobre Localización y Acontecimientos de Conflictos Armados (Acled, por sus siglas en inglés) precisa que la agresión saudí ha dejado más de 60 000 civiles muertos en el país más pobre del mundo árabe.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha denunciado en reiteradas ocasiones los crímenes de guerra cometidos por el régimen saudí y sus aliados, entre los que se encuentran EE.UU., el Reino Unido y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que han recurrido al empleo de todo tipo de armas para restaurar en el poder al fugitivo expresidente yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi, y hacer frente a Ansarolá.
Esta precaria situación obligó a las fuerzas yemeníes a entrar en acción y hacer frente a la guerra librada en su contra. El Ejército yemení ha advertido que las unidades de Ansarolá tienen señalados 300 objetivos saudíes que pueden ser atacados con armas apropiadas, si el liderazgo así lo decide.
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