La teoría del Dryas Reciente o Joven Dryas (Younger Dryas en inglés) apunta a un repentino enfriamiento del planeta, sobre todo el hemisferio norte, que dio lugar a una especie de cataclismo vegetal, animal y humano hace unos 12.800 años. Algunas teorías sostienen que este cambio se debió a la caída de un meteorito, aunque el problema de esta hipótesis es que los científicos no han podido comprobar que este impacto, cuyos rastros solo han podido serregistrados en Norteamérica, tuviera consecuencias a escala global. Sin embargo, un cráter descubierto en Groenlandia en 2015 volvió a reabrir la idea. Y ahora un nuevo estudio afirma haber encontrado más restos de este supuesto meteorito fragmentado en Chile, lo que podría significar una destrucción masiva en el hemisferio sur de bosques por el fuego, cambio climático, reducción drástica de la población humana y extinción de megafauna en todo el planeta.
El nuevo descubrimiento de pruebas geológicas y palentológicas concluyentes también en el hemisferio sur, descrito en la revista «Nature Scientific Reports», ha correspondido a un equipo liderado por el paleontólogo chileno Mario Pino, con presencia del profesor emérito de la Universidad de California Santa Bárbara James Kenett. «Es mucho más extremo de lo que pensé cuando comencé esta investigación. Cuanto más trabajo hacemos, más intenso parece», afirma Kennet.
«Hemos identificado la capa YDB (correspondiente al impacto Younger Dryas) en latitudes altas en el hemisferio sur a cerca de 41 grados al sur, cerca de la punta de América del Sur. La gran mayoría de las pruebas hasta la fecha se han encontrado en el hemisferio norte», apunta el investigador. La investigación comenzó hace varios años cuando un grupo de científicos chilenos que estudian capas de sedimentos en Pilauco Bajo, un sitio paleontológico y arqueológico del Cuaternario muy conocido, reconoció cambios asociados con el evento de impacto. Incluían una capa de «estera negra», de 12.800 años de edad, que coincide con la desaparición de los fósiles de megafauna del Pleistoceno de América del Sur, un cambio abrupto en la vegetación regional y la desaparición de artefactos humanos.
Profundos análisis
Para demostrar que estos rastros estaban relacionados con los eventos descritos en Norteamérica y Europa Occidental, se analizaron análisis profundos del terreno. Así se encontró presencia de esférulas microscópicas interpretadas como formadas por fusión debido a las temperaturas extremadamente altas asociadas con el impacto. La capa que contiene estas esferas también muestra concentraciones máximas de platino y oro, y las partículas de hierro nativo rara vez se encuentran en la naturaleza.
Estudios anteriores ya habían revelado una «interrupción ambiental muy grande a unos 40 grados al sur». Estos incluyeron un gran evento de quema de biomasa evidenciado, entre otras cosas, por micro-carbón y signos de quema en muestras de polen recolectadas en la capa de impacto. «Es, con mucho, el evento de fuego más grande en esta región que vemos en el registro que abarca miles de años», dijo Kennett. Además, continuó, la quema coincide con el calendario de los principales eventos de fuego relacionados con el Joven Dryas en otros continentes.
Norte helado, sur infernal
Por otro lado, las capas sedimentarias en Pilauco contienen un valiosoregistro de polen y semillas que muestran un cambio en el carácter de la vegetación regional, evidencia de un clima cambiante. Sin embargo, al contrario de lo ocurrido en el hemisferio norte donde se dio el frío y las lluvias asolaron el planeta, en el sur ocurrió justo lo contrario: el ambiente se volvió un infierno. «Los conjuntos de plantas indican que hubo un cambio abrupto y mayor en la vegetación de las condiciones húmedas y frías en Pilauco a las condiciones cálidas y secas», afirma Kennett. Según el científico, los cinturones climáticos zonales atmosféricos se movieron «como un balancín», con un mecanismo sinérgico, que trajo el calentamiento al hemisferio sur incluso cuando el hemisferio norte experimentó enfriamiento y expansión del hielo marino.
La distancia de este lugar, a 6.000 kilómetros del sitio más al sur estudiado de Suramérica, y su correlación con los muchos sitios del hemisferio norte «amplían en gran medida la magnitud del evento de impacto de Young Dryas», sentencia Kennett.
Abc
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