Aunque hace ya más de un cuarto de siglo que el comunismo quedó atrás, Rusia sigue siendo en muchos aspectos un país en transición. Los deseos de progreso la impulsan a modernizarse y copiar los modelos de los países más desarrollados. Pero la nostalgia, el patriotismo o el simple amor a las raíces propias frena esos impulsos. Eso hace del país más grande del mundo una mezcla iconoclasta y sorprendente de la utopía fracasada y de la realidad que no termina de triunfar.
Lo mejor para apreciar este collage es alejarse de Moscú, viajar por este inmenso país y elegir ciudades más manejables, pero con un poso histórico y un peso actual suficientes para no sucumbir a la nostalgia de la capital rusa.
Nizhni Nóvgorod es la quinta población de Rusia por población (1,2 millones). Pero en muchos momentos de la historia ha destacado como la que más.
Durante gran parte del siglo XIX y principios del XX la perla del Volga se convertía cada verano en la capital de Rusia, cuando se celebraba la Feria Comercial de Nizhni Nóvgorod, que atraía a comerciantes no sólo de Rusia, sino de buena parte de Europa y de Asia. Algunos años se llegó a vender aquí casi la mitad de los productos rusos destinados a la exportación.
La Feria Comercial convertía cada verano a Nizhni Nóvgorod en la capital de Rusia, al atraer a comerciantes de todo el país, de Europa y de Asia
Por esa importancia económica, el poeta Alexánder Pushkin y otros progresistas de su época afirmaban en 1836 que el primer ferrocarril de Rusia debía unir Moscú y la ciudad de Nizhni Nóvgorod. Pero el zar Nicolás I no les escuchó, y un año después se inauguró el tren de Tsarskoye Seló entre San Petersburgo y Pavlovsk, paso previo para empezar a construir la línea Moscú-San Petersbugo.
Dando la razón a los contemporáneos de Pushkin, en el siglo XXI la mejor forma de llegar hasta aquí es el ferrocarril. La línea Moscú-Nizhni Nóvgorod es la segunda más importante de Rusia, dotada de trenes de alta velocidad y que desde 2015 utiliza un convoy construido por Renfe. El tren de la compañía española, que recibe el nombre comercial “Strizh” (vencejo) alcanza en algunos puntos los 200 kilómetros por hora y permite hacer el viaje en menos de cuatro horas.
El ferrocarril forma parte de ese desarrollo al que Rusia intenta engancharse y es ideal para volver al siglo XIX y visitar el principal palacio de la Feria de Nizhni Nóvgorod, obra del ingeniero y arquitecto español Agustín de Betancourt. Originario de Puerto de la Cruz (Tenerife), Betancourt dirigió los trabajos de construcción del hermoso edificio estilo imperio a orillas del río Oká, que se prolongaron de 1817 a 1824.
Antes de la Feria, es sin duda obligatorio trasladarse más atrás en la historia. En concreto hasta los orígenes de esta ciudad y visitar su Kremlin, una fortaleza de ladrillo rojo que muy bien nos puede hacer olvidar cualquier paseo anterior por Moscú.
Según las crónicas rusas, en el origen de Nizhni Nóvgorod y de su Kremlin está la fortaleza defensiva que ordenó construir en la confluencia del río Volga y su afluente Oká el gran príncipe Yuri II Vsévolodovich, gobernador del Rus de Vladímir-Súzdal. La primera fortaleza era de madera y se construyó en los más alto de las montañas de Diátlov. Así comenzaba a nacer una gran ciudad.
En sus orígenes, el Kremlin era de madera y sirvió como puesto militar de defensa contra enemigos como los tártaros del Kanato de Kazán
El Kremlin, que se fortaleció con piedras y ladrillos con el tiempo, se convirtió en el siglo XV en puesto defensivo militar para defender Moscú contra las hordas tártaras del cercano Kanato de Kazán, y sólo en el siglo XVI adoptó su forma actual.
Hay varias formas de entrar en el Kremlin para disfrutar de un histórico y agradable paseo por el perímetro de la muralla y sus pequeños museos. La primera, desde la calle peatonal Bolshaya Pokróvskaya, el centro neurálgico de la vida cultural y de esparcimiento de la ciudad, con bares, restaurantes, tiendas de suvenires, cines, un teatro y edificios sacados de cuentos, como la sede del Banco Estatal. Si se elige esta forma, hay que entrar por la imponente puerta principal, la torre Dimitriévskaya, una de las 13 que forman la fortaleza.
La segunda podría ser probar nuestra forma física y subir la colina desde la estación fluvial para entrar por una puerta entre las torres Ivánovskaya y Sévernaya.
Más agradable le parece a quien esto escribe disfrutar de la orilla del río Volga y recorrer el malecón hasta el monumento a la lancha “Guerói” (héroe, en ruso), que formaba parte de la flotilla militar del Volga y tomó parte en la batalla de Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde ahí podemos subir por las impresionantes escaleras Chkálov, que con sus 560 escalones dibujan sobre la colina un gigantesco “8”. Durante la ascensión vendrá bien hacer una parada en el primer mirador o esperar hasta el final, desde donde contemplar unas vistas espectaculares de la ribera rusa. Salvo que Serguéi Eisenstein las inmortalizase en su clásico film El acorazado Potemkin, poco tienen que envidiar a las míticas escaleras de Odessa.
Salvo que Serguéi Eisenstein las inmortalizase en su clásico film ‘El acorazado Potemkin’, poco tienen que envidiar las escaleras Chkálov a las míticas escaleras de Odessa
Tras la ascensión, no se olvide de saludar al piloto Valeri Chkálov, cuya estatua encontrará en lo más alto de la escalera, antes de torcer a la derecha y dirigirse a la puerta Dimitriévskaya para entrar en el Kremlin.
Además de las inolvidables murallas, Nizhni Nóvgorod nos muestra otros monumentos históricos. Entre los religiosos, merecen una visita el monasterio de la Ascensión Pecherski (De las Cuevas), que fundó en el siglo XIV San Dionisio y está a tres kilómetros de la ciudad; las cúpulas de colores de la iglesia de la Natividad o Stróganov, que se construyó a principios del siglo XVIII con las aportaciones del destacado comerciante Grigori Stróganov; la catedral del Arcángel Miguel, del siglo XVII, la única iglesia del interior del Kremlin que aún se mantiene en pie; la catedral de Alexánder Nevski o la catedral de la Transfiguración, que planeó junto a la Feria Agustín de Betancourt.
Las esencias soviéticas no hay que buscarlas en Nizhni Nóvgorod. De hecho, nos vamos chocando con ellas. Herencia de ese pasado es el culto de la ciudad por sus héroes. Al ya mencionado Chkálov, que participó en el primer vuelo directo entre Rusia y América atravesando el polo Norte (Moscú-Vancouver), hay que añadir sin duda al también piloto Piotr Nésterov o el nombre de Maxim Gorki, pseudónimo de Alexéi Maxímovich Peshkov.
El escritor favorito de Stalin nació en la ciudad a la que dio su nombre entre 1932 y 1990. De él encontramos aquí estatuas, monumentos y un museo en la casa en que vivió. Desde 1965 dentro del Kremlin arde el fuego eterno en honor a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Pero no hay héroes más importantes en este curso medio del Volga que dos personajes del siglo XVII. Se trata del comerciante Kuzmá Minin y del príncipe Dimitri Pozharski, creadores de las milicias populares que en 1612 expulsaron de Moscú a los ocupantes polaco-lituanos. Su memoria sigue siendo hoy recordada por toda la ciudad con plazas, monumentos y estatuas.
Que su importancia patriótica trasciende esta región es más que patente: durante las guerras napoleónicas se levantó una escultura en su honor en el jardín de la catedral de San Basilio de la plaza Roja de Moscú, y desde 2005, cada 4 de noviembre (día de la Unidad Popular), toda Rusia conmemora el levantamiento que lideraron.
Cómo ir
Nizhni Nóvgorod tiene aeropuerto. Pero es más romántico y relajado tomar el “Strizh” (vencejo), tren construido por Renfe que, desde 2015, hace la ruta Moscú (Estación de Kúrskaya) - Nizhni Nóvgorod en menos de cuatro horas.
Dónde dormir
El hotel Azimut es un cuatro estrellas ideal para disfrutar de unas vistas fantásticas, ya que domina todo el paisaje en el que se funden los ríos Volga y Oká.
No está en las recomendaciones de las guías, porque necesita más de una capa de pintura, pero el hotel Oktyábrskaya es una buena opción para sentir el aroma de Unión Soviética que a duras penas va perdiendo Rusia. Además, está excelentemente ubicado, junto a la estatua de Chkálov y las escaleras del mismo nombre. Andando se puede llegar al Kremlin y a la calle Bolshaya Pokróvskaya.
Dónde comer
La calle Bolshaya Pokróvskaya es la opción más socorrida para buscar las aburridas experiencias pseudoculinarias de siempre que ofrecen las cadenas internacionales, pero también para sentir un gusto más internacional. Jachapuria es un georgiano más que decente. Barone o Vitálich ofrecen una cocina mixta, occidental y rusa, aunque no pequen de querer ser auténticos.
En esta zona merece más la pena pasarse por el Noot. Kafé Falafélnay , una mezcla de ruso y oriental.
Más auténtico será bajar al malecón y buscar en la calle Rozhdestvénskaya la cocina de calidad. No hay que irse de Nizhni Nóvgorod sin cenar en los restaurante Pyatkin y Bezújov , o sin tomar unas cervezas en la Górkovskaya Pivovarnya.
Lavanguardia