La cámara de ejecución del estado de Texas (sur de Estados Unidos) acabó el jueves, mediante una inyección de pentobarbital, con la vida de William Wayne Coble, de 70 años de edad, condenado por el asesinato en agosto de 1989 del matrimonio formado por Robert y Zelda Vicha y su hijo Robert en lugares separados.
Las confusas últimas palabras del condenado, que había pasado cerca de tres décadas en el corredor de la muerte, conmovieron profundamente a su hijo, un amigo y una hijastra, que comenzaron a golpear las paredes de cristal de la habitación y a gritar, hasta ser evacuados y esposados mientras se ejecutaba a Coble, el convicto más anciano ejecutado desde la reintroducción de la pena capital en Texas en 1976.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) emitió esta misma semana un informe, según el cual, dos de los testimonios sobre los que se apoyó la sentencia a muerte de Coble habían sido desacreditados y en el que se tildaba de “desmesurado” que se ejecutara a una persona sobre bases tan endebles.
Texas es el estado que ejecuta más penas de muerte de EE.UU., con más de un tercio del total —560 en el estado desde 1976—. Especialmente criticada fue en 2014 la ejecución del mexicano Ramiro Hernández, que suscitó críticas por parte de la diplomacia de la Unión Europea (UE) por las dudas sobre la integridad mental de Hernández en el momento del crimen cometido.
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