El corazón de María latía mucho y muy fuerte desde antes de nacer. En la semana 20 de embarazo, los médicos confirmaron a sus padres, Raquel y Alfonso, que la pequeña sufría una taquicardia incesante: su corazón latía a 300 pulsaciones por minuto, cuando lo normal eran 150. Los fármacos antiarrítmicos no surtían efecto y la pequeña nació prematura, con 1,310 kilos de peso y 200 latidos por minuto. Su corazón empezaba a sufrir. Una vía accesoria en el órgano estaba provocando una especie de cortocircuito en el cableado eléctrico que permite bombear la sangre y había que neutralizarla. Pese a su minúsculo tamaño, un equipo del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona intervino a la pequeña y la sometió, con éxito, a una ablación cardíaca para quemar esa vía que estaba descontrolando el circuito eléctrico del corazón. Era la primera vez en el mundo que se realizaba esta intervención a un bebé tan pequeño.
"Era extremadamente prematura y pequeña. Su corazón medía menos de dos centímetros. Las venas eran de un milímetro de diámetro", recuerda el doctor Josep Brugada, cardiólogo y director de la Unidad de Arritmias del Sant Joan de Déu, entro de referencia en el Estado para arritmias pediátricas. Desde 2014, que el Ministerio de Sanidad autorizó al hospital como de referencia para hacer ablaciones cardíacas, se realizaron 620 intervenciones de este tipo. Unas 380 de ellas fueron en menores de 10 años y 36 en niños de menos de 10 kilos, como María.
Los médicos sabían que en el corazón de María había una anomalía, una especie de vía eléctrica anexa al normal circuito eléctrico del corazón, que provocaba un desajuste en el funcionamiento del órgano. En el hospital Miguel Servet de Zaragoza, de donde es oriunda la familia, intentaron combatir la taquicardia dispensando fármacos antiarrítmicos a la madre para que el feto los recibiese a través de la placenta, pero de poco sirvió. La medicación permitió retrasar el parto hasta la semana 30 pero no curó la enfermedad. "A pesar de usar todo el arsenal terapéutico disponible, María se resistía", rememora Geòrgia Sarquella, cardióloga de la unidad de arritmias del Sant Joan de Déu.
A los 10 días de nacer, María fue trasladada al hospital Sant Joan de Déu para someterse a una ablación cardíaca jamás realizada a un bebé de su tamaño —el niño más pequeño operado hasta entonces pesaba 1,5 kilos y había sido intervenido en ese mismo hospital en 2003— . "El objetivo era localizar la vía accesoria a través de un catéter, localizar ese cable eléctrico y eliminarlo", sintentiza Brugada.
La intervención no fue larga, apenas 20 minutos. Pero sí era compleja por el tamaño de la bebé y los riesgos de "quemar estructuras que no tocan o dañar las válvulas" del corazón, explica Sarquella. Tampoco era una empresa fácil introducir el catéter por una vena femoral que apenas medía un milímetro.
Sin embargo, lo lograron. El pasado 4 de enero, los cardiólogos lograron introducir el catéter por la minúscula femoral de la niña y llevarlo hasta el corazón. Allí, localizaron la vía que desajustaba el circuito eléctrico y la quemaron con radiofrecuencia. "Destruimos con calor la vía accesoria e, inmediatamente, paró la taquicardia. Habíamos normalizado la red eléctrica en su corazón", señala Brugada. Un mes y medio después, la pequeña se ha curado y su corazón, impecable, sigue latiendo.
Elpais
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