Las crisis del euro y de los refugiados, unidas al auge de grupos populistas y xenófobos, han originado en la Unión Europea unos vientos de insolidaridad que por vez primera en su historia soplan a favor de la fragmentación. Francia quiere ponerse a la cabeza de los países deseosos de invertir la tendencia antes de que sea demasiado tarde. Para ello, el presidente François Hollande presentará el mes que viene su proyecto para una nueva Europa “más coherente y solidaria”, en contra del deseo británico, entre otros. Incluirá, dice el Elíseo, la Europa de la Defensa, un pilar tan ambicioso como poco desarrollado.
El mandatario francés presentará su plan inmediatamente después del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE, previsto para el 23 de junio. “No lo hará antes para no influir en la campaña”, añaden las fuentes oficiales consultadas, pero sí lo hará tras la consulta “sea cual sea el voto de los británicos”. El proyecto “será el mismo tanto si gana el sí como si gana el no”.
París quiere “una Europa más coherente y solidaria”, unas palabras utilizadas esta semana por el propio Hollande y que se traducen en medio de esta grave crisis en la reactivación de la idea de crear un núcleo duro de países de la zona euro que quieran avanzar más en la construcción europea aunque suponga nuevas pérdidas de soberanía. Es lo contrario que propugna Londres, líderes de países del Este o los partidos populistas y xenófobos que se extienden por toda Europa.
En el terreno económico, dicen personas próximas a Hollande, París quiere materializar ideas sobre la gobernanza de la eurozona que ya planteó el año pasado a raíz de las tensiones de la UE con Grecia: crear un Parlamento de la zona euro; contar con un presupuesto propio del club de la moneda única “para financiar inversiones paneuropeas”, y tener un gobierno económico para la divisa europea. Ahora, París añade la necesidad de lanzar políticas europeas en el terreno digital y en el de la transición energética.
De mayor calado político y estratégico en un momento en el que Europa afronta graves amenazas externas (al Este y al Sur) e internas (terrorismo yihadista), el socialista Hollande agrega también en estos momentos la necesidad de desarrollar la Europa de la Defensa, aún en mantillas. El presidente francés ha dicho a sus colaboradores que, tras la reciente visita de Barack Obama a Europa y de otros encuentros suyos con líderes estadounidenses, “es obvia” la decisión de Washington de que los europeos asuman una gran parte de su propia seguridad, ahora garantizada por Estados Unidos.
París insiste en que al proyecto de Hollande se sumarán “los países que lo deseen”. En el Elíseo señalan que el plan ha sido consensuado con Berlín. “Solo cuando Francia y Alemania están unidas puede avanzar Europa”, suele repetir el presidente francés. Y dan por hecho que en esa necesaria reactivación de Europa participarán activamente al menos Italia, España, Luxemburgo, Bélgica, Holanda o Portugal.
Tienen “más dudas”, en cambio, con un país clave como Polonia por la deriva antieuropeísta alimentada por sus propios líderes desde hace años y, sobre todo, a raíz de la llegada masiva de migrantes a Europa. “Hay europeos a tiempo completo cuando se trata de recibir, y a tiempo parcial cuando tienen que aportar”, acaba de decir el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, en referencia a Varsovia y otras capitales del Este.
“Lo que nos amenaza en este inicio del siglo XXI es el resurgir del nacionalismo”, ha alertado Hollande esta semana. La crisis de los refugiados ha puesto de relieve ese peligro y ha originado una pésima gestión del fenómeno que ha resquebrajado los cimientos del proyecto europeo.
Para el mandatario francés, como ha señalado el martes ante destacados miembros de su partido, ese nacionalismo creciente “que recorre toda Europa” ha provocado rechazos, cierres de fronteras, discursos a favor de la salida del euro o de la UE o “la exaltación de la identidad nacional” para discriminar a quien no es originario de un territorio concreto.
Francia debe estar en primera línea” a la hora de reaccionar ante esta grave situación en Europa, ha dicho el presidente francés. París sostiene que la situación es tan delicada que el plan para reactivar el proyecto europeo debe ser presentado con máxima urgencia.
Para conseguir la reactivación del proyecto europeo, Hollande intenta en primer lugar consensuar posiciones comunes con la canciller alemana, Angela Merkel. Las discrepancias entre París y Berlín se han agravado en el último año por la crisis de Grecia —Alemania se planteó la expulsión de Atenas del euro— y de los refugiados —Hollande vetó de facto el reparto por cuotas impulsado por Merkel.
El presidente francés acaba de hacer un balance de sus aportaciones a la Unión Europea desde que en 2012 llegó al poder y casi todas han sido contrarias a los intereses alemanes: desde el fomento de políticas de reactivación económica hasta el rechazo de la austeridad a toda costa pasando por su apoyo a las extraordinarias medidas de liquidez del Banco Central Europeo.
“Hoy es Francia quien defiende al BCE”, ha señalado el líder francés ante las críticas que recibe de Berlín el presidente de la institución, Mario Draghi.
“Es el momento de París y Berlín de plantear un proyecto positivo y renovado para Europa”, ha escrito en Le Figaro Christian Lequesne, profesor de Sciences Po. La urgencia es tal que ni Hollande ni Merkel quieren esperar a que pasen las elecciones presidenciales y federales, respectivamente, del año que viene en ambos países.
“Francia está lista; ahora Europa debe convencerse”, asegura el jefe del Estado francés.
Etiquetas: