El director de la oficina regional, Hamid Davood Abadi, dijo a la agencia Isna que los forenses recibieron los restos mortales de catorce hombres y una mujer, y que al menos diez cuerpos son identificables.

Para identificar a los demás, agregó, será necesario realizar las pruebas ADN con el material que proporcionen los familiares.

La fiscalía, según él, dará a conocer los nombres de estas víctimas al término de la investigación.

Más temprano se informó de siete fallecidos en el accidente.

La declaración de Abadi confirma que solo hay un superviviente, el ingeniero que en las primeras horas después de la catástrofe precisó que en el Boeing viajaban 16 personas.

En un principio se especuló que la aeronave siniestrada, procedente de Biskek, pertenecía a una compañía kirguisa, pero el Ejército iraní aclaró que el avión era suyo y que traía una carga de carne refrigerada de Kirguistán.

​Según datos preliminares, el piloto perdió el control del avión tras haber aterrizado de emergencia en un aeropuerto cerca de Karaj, a unas cuantas decenas de kilómetros al oeste de la capital iraní.

El Boeing se salió de la pista y se prendió en llamas tras chocar primero con una valla aeroportuaria y luego con un inmueble residencial que se encuentra cerca del aeródromo y en el que, afortunadamente, no había nadie.

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