La foto de una mujer migrante con el rostro descompuesto, que arrastra a sus dos pequeñas hijas para alejarlas del peligro de los gases lacrimógenos lanzados por la patrulla fronteriza de Estados Unidos hacia el lado mexicano, en Tijuana (Baja california), se viralizó con enorme profusión el pasado 26 de noviembre.
La dosis de gases lacrimógenos nuevamente fue suministrada a un grupo de la caravana de migrantes que persistían en saltar la valla fronteriza la noche del 31 de diciembre, a solo unas horas del nuevo año.
El éxodo de centroamericanos que buscan el sueño americano cruzando por territorio mexicano, ha derivado en una crisis humanitaria sin precedentes.
lavanguardia
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