"Por mucho tiempo Brasil hablaba para agradar (…) quería ser un buen alumno en la escuela del "globalismo", pero Brasil vuelve a decir lo que siente a sentir lo que es", dijo Araújo en su primer discurso como canciller, añadiendo que el "globalismo", igual que el socialismo, no es irreversible, y que Brasil lo "empujará" a su punto de partida.

Araújo destacó que con la llegada de Jair Bolsonaro al poder, la Cancillería volverá a estar al servicio del pueblo brasileño.

"Nuestra política externa se viene atrofiando por miedo a las críticas; yo no tengo miedo de sufrir ni tengo miedo de ser criticado", agregó el ministro, que hizo pocos anuncios concretos y se centró en la necesidad de fortalecer los Estados-nación y dejar de lado el multilateralismo.

Además, citó la "admiración" que siente por EEUU, cuyos ciudadanos izan la bandera y respetan a sus héroes, por los que luchan contra la tiranía en Venezuela, la "nueva" Italia, Hungría y Polonia; "los que se afirman y no los que se niegan", dijo.

Araújo aseguró que el problema del mundo no es la xenofobia, sino el odio al propio hogar y que en la actual cultura existe una "teofobia ruidosa", un odio a Dios, que pretende combatir.

Respecto a la ONU, aseguró que defenderá "lo que es importante para los brasileños, no lo que es importante para las ONGs", y en especial los derechos de la Humanidad, entre ellos el que definió como más importante, el derecho a nacer.

Araújo llenó su discurso de referencias eclécticas; empezó citando, en griego antiguo, una frase del Evangelio de San Juan muy usada por Bolsonaro y sus seguidores: "Conocerás la verdad y la verdad te liberará".

Después prosiguió con citas de canciones de rockeros brasileños como Renato Russo y Raul Seixas o a fragmentos del Quijote; incluso leyó un fragmento del Ave María en la lengua indígena tupí.

El discurso del nuevo canciller fue precedido por el del exministro de Relaciones Exteriores de Michel Temer, Aloysio Nunes, que en contraste, hizo una defensa cerrada del multilateralismo y del papel de Brasil como potencia moderadora en un escenario global.

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