Las llamas del Cáucaso- Azerbaiyán

  30 Diciembre 2018    Leído: 955
  Las llamas del Cáucaso-   Azerbaiyán

Cruzar la frontera de Irak a Turquía nos empleó… ¡7 horas! Las relaciones entre el Kurdistán iraquí y Turquía están muy deterioradas. Entramos en Turquía “rozando” Siria y los controles militares son constantes y extenuantes en nuestra ruta hacia el Cáucaso.

La gran cordillera del Cáucaso será nuestra puerta de entrada a Azerbaiyán y nos encontramos con sus dos caras: la salvaje y la amable. El Cáucaso “salvaje” nos deleita con sus valles, picos nevados e inolvidables cañones; nos sentimos como ratoncillos por un laberinto de altísimas murallas.

Movernos por estos parajes con el Mitsubishi Montero nos hace rememorar las pistas del Himalaya pero las alturas son menores (picos entre 3.000 y 4.000 m. de altitud). Y el Cáucaso “amable” nos deleita con armonía y romanticismo, cada cosa en su sitio, como si estuviésemos en Suiza. Azerbaiyán también mira al mar, al mar Caspio que en realidad… es un gigantesco lago salado encerrado sobre sí mismo en el corazón de Asia sin salida a los grandes océanos y se le ha otorgado el título nobiliario de “mar” debido a su inmensidad.

Pero son las entrañas de la tierra las que siempre tienen la última palabra. En la zona del Gobustan existe una curiosidad geológica que nació por las emanaciones de gas y lodo originando una serie de volcanes que en vez de fuego, emanan lodo efervescente. Los conos escupen barro, burbujean constantemente y derraman “lava” de lodo.

Pero que la palabra “lodo” no genere confianza porque en la primavera de 2001 en uno de los volcanes se produjo una “erupción” súbita con una llamarada de 300 metros de altura originando una tremenda lluvia de barro. Se pudo ver a 15 Km. de distancia y estuvo más de tres días en llamas. Los soviéticos persiguieron por igual a todas las religiones durante los decenios que duró su dictadura, eso creó un vínculo entre víctimas del tiránico régimen.

Con la independencia se libraron del yugo soviético y se reactivaron los diversos cultos. Musulmanes, judíos, cristianos, zoroastras… todos tienen sus templos en Azerbaiyán. En Ateshgah nos encontramos la llama eterna del Templo del Fuego, santuario de una de las religiones más antiguas de la humanidad: el zoroastrismo.

Las huellas del pasado nos llevan hasta la prehistoria pudiendo retroceder en el tiempo 40.000 años. A lo largo de milenios, más de 6.000 representaciones rupestres (Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) nos muestran la vida cotidiana en esta zona del planeta: escenas de caza, animales, danzas mágicas y navegación en rudimentarios botes de juncos por el mar Caspio. Cerca se encuentra Bakú, la capital. Esperábamos encontrar una capital soviética impersonal pero han recuperado parte de su patrimonio arquitectónico histórico.

Entre las construcciones de corte soviético nacen edificios neoclásicos de piedra y despuntando el perfil de la capital… impresionantes rascacielos con deslumbrante iluminación nocturna. Las tres “Torres Flameantes” (“Flame Towers”), son el mayor espectáculo nocturno de la ciudad. El origen de Yanar Dag (“Montaña de Fuego”) se pierde en la noche de los tiempos.

Numerosas historias y leyendas locales explican el misterioso origen de sus llamas y su “poder mágico”. Aunque lo que realmente verídico es que en el siglo XIII Marco Polo estuvo aquí y describió en sus manuscritos “numerosas llamas emanan del suelo sin cesar…” y así continúa desde entonces.

Por una grieta de 200 metros mana gas desde las entrañas de la tierra y al llegar a la superficie muta en llamas de hasta 3 metros. El fuego es un elemento siempre presente en Azerbaiyán. Las entrañas de este pequeño país son generosas. El país se asienta sobre gigantesca bolsas de petróleo, la sangre negra que le da riqueza y prosperidad.

La propia capital, Bakú, está rodeada por un ejército de prospecciones metálicas en perpetuo martilleo extrayendo ese “maná” que dispara la economía del país. Azerbaiyán fue una etapa importante de la Ruta de la Seda y los caravanserais, refugios para caravanas totalmente fortificados, son testigos de esta legendaria ruta comercial que ahora reconstruimos a bordo del Mitsubishi Montero. El Cáucaso también quedó sembrado de castillos pero muy pocos han sobrevivido a incontables batallas, devastadores terremotos y al demoledor paso del tiempo.

El Cáucaso de Azerbaiyán ha sido y es una puerta importante entre Occidente y Oriente y desde él iniciamos el largo regreso a Ceuta. Toda esta ruta se puede ver en detalle en Facebook en @RutaGengisKhan y en la página web www.ruta-imperios.com

elfarodeceuta.es


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