Estamos rodeados de radiación por todas partes. Se trata de un componente inalienable de la vida en la Tierra. Cada persona, desde su desarrollo intrauterino, se encuentra bajo la influencia constante de la radiación natural. Y aun así, mucha gente tiene miedo de ella y se asusta con solo oír esta palabra.
¿Tan terrible es? Veamos, ¿qué es la radiación? En términos científicos es el flujo de partículas (electrones, protones y cuantos electromagnéticos) capaces de ionizar el ambiente, es decir, de convertir los átomos y moléculas neutros del ambiente en partículas con carga positiva o negativa (iones). En cada cosa, en cada objeto que nos rodea, incluidos el agua potable y el propio aire, hay isótopos radioactivos naturales.
Los detractores de la radiación suelen aludir a su influencia dañina e incluso mortal en el ser humano. Es cierto, una dosis demasiado fuerte de radiación puede tener graves consecuencias en el organismo. ¿Pero en su vida cotidiana tienen los humanos el riesgo de recibir dosis dañinas de radiación? Desde luego que no.
Por ejemplo, algunos alimentos típicos en Bolivia, como las patatas y los plátanos, contienen potasio radioactivo. Para obtener una dosis significativa habría que ingerir varias toneladas de plátanos o patatas, algo que resulta, evidentemente, imposible. Los científicos han estudiado extensamente la exposición humana a la radiación natural. Como es sabido, la Tierra tiene un campo de radiación alrededor del cual viven todos los seres vivos del planeta.
Los isótopos radioactivos, que en su concentración natural no suponen ningún peligro, contribuyen de manera capital. Pueden acumularse en distintos procesos tecnológicos, como en la extracción y el transporte de petróleo y gas natural, en la producción de fertilizantes naturales o en la quema de carbón y gasóleo en las centrales eléctricas. Para resolver este problema, hace tiempo que se crearon sistemas especiales de control y de tratamiento de residuos en las fábricas.
Aparte de las fuentes naturales, el hombre acumula las mayores dosis de radiación al someterse a exámenes y tratamientos médicos, desde una radiografía hasta un proceso de radioterapia. Sin embargo, todas las dosis recibidas por el paciente en estos casos siguen siendo completamente seguras. Por ejemplo, a lo largo de nuestra vida nos toca hacernos numerosas radiografías en el hospital, en la consulta del dentista o en caso de rotura de alguna extremidad. Sin embargo, nunca nadie ha resultado dañado a causa de estas pruebas.
En Rusia un 18 % de la electricidad se produce en centrales nucleares, por todo el país existen decenas de reactores de última generación y preparados científicos. La industria nuclear rusa es la más desarrollada del mundo. Sin embargo, la aportación de esta colosal industria nuclear al campo radiactivo del país es nula.
Es fácilmente demostrable lo infundadas que son determinadas afirmaciones sobre el peligro de la radiación en el hombre. El volumen normal del campo radiactivo natural de Moscú es de entre 11 y 15 microroentgen por hora. Durante un vuelo de Moscú a La Paz, en Bolivia, que dura unas 12 horas en Aerobús a una altura de 10.000 metros, el campo radioactivo se vuelve 20 veces mayor y alcanza los 300 microroentgen por hora. ¿Es esto peligroso para el hombre?
En absoluto. Incluso si una persona vuela ininterrumpidamente a esa altura durante todo un año, y ello equivaldría a más de 8.000 horas, únicamente recibiría la dosis máxima de radiación igual al nivel de una sola radiografía. En el planeta existen numerosos lugares en los que el campo radioactivo natural es considerablemente mayor que el de las grandes ciudades desarrolladas desde el punto de vista tecnológico y el de cualquier empresa industrial peligrosa.
Por ejemplo, durante una hora en una playa de la ciudad brasileña de Guarapari, en la costa del océano Atlántico, cada turista recibe 250 veces más radiación de torio, radón y otros radionucleidos que, por ejemplo, los turistas de las playas del mar Mediterráneo. Así es el campo radioactivo natural de Guarapari. ¿Es esto normal? Por supuesto, es perfectamente normal y seguro, ya que se encuentra miles de veces por debajo del nivel estipulado por los organismos sanitarios.
No hay que tener miedo a la radiación. Es el miedo a la radiación lo que hay que temer, ya que son precisamente las fobias injustificadas lo que a menudo provocan consecuencias negativas.es.rbth.com
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