Irán detiene por supuesto espionaje a otro ciudadano con doble nacionalidad

  17 Agosto 2016    Leído: 267
Irán detiene por supuesto espionaje a otro ciudadano con doble nacionalidad
Los iraníes con un segundo pasaporte se convierten en rehenes del rechazo ultra a la apertura de Rohaní

Irán ha anunciado este martes la detención de una persona con doble nacionalidad “vinculada a los servicios secretos británicos”. La medida es parte de una campaña contra lo que los portavoces iraníes califican de “infiltración occidental”. Con este nuevo caso, son ya siete los detenidos en las mismas circunstancias durante el último año.

“La persona acusada, que fue detenida en Teherán la semana pasada, trabajaba en un sector relacionado con la economía iraní y estaba vinculada al servicio de espionaje británico”, ha declarado el fiscal general de Teherán, Abbas Jafari Dolatabadi, citado por varios medios locales.

Dolatabadi no reveló la identidad, el sexo o la segunda nacionalidad del afectado, aunque algunas agencias afirman que se trata de un ciudadano irano-británico. Irán no reconoce los segundos pasaportes, lo que ha convertido en especialmente vulnerables a aquellas personas de origen iraní que se han nacionalizado en otro país y regresan para visitar a familiares o explorar posibilidades de negocio ante la esperada apertura del país tras el acuerdo nuclear.

Las embajadas de sus países de adopción no pueden visitarlos ni intervenir en su favor. Así que se han convertido en el chivo expiatorio de los ultras contrarios a ese pacto que temen sea la puerta de un proceso de occidentalización cultural. Desde que se firmara el compromiso el verano pasado, esos sectores buscan la forma de sabotearlo.

Los Guardianes de la Revolución, más conocidos como Pasdarán, han detenido a por lo menos otros seis ciudadanos con doble nacionalidad o expatriados durante su visita a Irán. Las autoridades han confirmado estos arrestos, el mayor número conocido al mismo tiempo, sin dar detalles sobre los cargos. No obstante, un americano, un canadiense y un británico se encuentran en la actualidad a la espera de juicio.

A finales de julio se conoció el caso de Reza Shahini, Robin, un irano-estadounidense de 46 años que en mayo viajó a Teherán para visitar a su madre anciana. Había sido detenido unos días antes por “delitos contra la República Islámica”, una acusación genérica que ha sido muy criticada por las organizaciones de derechos humanos. De acuerdo con sus familiares y amigos, Shahini no es un activista y había viajado a su país de origen sin problemas en varias ocasiones anteriores.

Un mes antes se reveló que los Pasdarán habían detenido a una cooperante británico-iraní a principios de abril acusada de “intentar derribar al Gobierno”. La mujer, Nazanin Zaghari-Ratcliffe, de 37 años, coordinadora de programas de la Fundación Thomson Reuters, una ONG con sede en Londres, se encontraba en Teherán de vacaciones con su hija de dos años. De acuerdo con su marido, fue interceptada cuando se disponía a coger el vuelo de regreso a Londres y trasladada a la prisión de Kerman, a casi mil kilómetros de la capital iraní.

Con anterioridad, se había tenido notica de otros cinco ciudadanos con pasaportes de EE UU, Reino Unido, Canadá y Francia. En uno de los casos más notorios, el del consultor irano-estadounidense Siamak Namazi, los servicios secretos llegaron a detener a su anciano padre para presionarle a grabar una confesión.

Las detenciones envían un mensaje escalofriante a los iraníes que han rehecho sus vidas en el extranjero. Durante las dos primeras décadas tras la revolución de 1979 que instauró la República Islámica, quienes huyeron del país rara vez regresaban. Pero tras la elección del reformista Mohamed Jatamí en 1997 eso empezó a cambiar. De nuevo hubo un paréntesis tras las protestas post electorales de 2009 hasta que la negociación del acuerdo nuclear a partir de 2013 volvió a llenar de esperanza a los iraníes que aspiran a que su país se abra al mundo.

El presidente Hasan Rohaní, elegido el verano anterior con la promesa de mejorar las relaciones con Occidente, prometió durante su visita a la Asamblea General de la ONU que iba a facilitar los viajes de los irano-norteamericanos. Durante una conversación telefónica la semana pasada, la primera ministra británica, Theresa May, también le mencionó su preocupación por los irano-británicos detenidos. Sin embargo, sus poderosos rivales ultraconservadores, que aún controlan importantes palancas del poder (incluidos los servicios secretos y la judicatura), tienen interés en hacer fracasar su Gobierno.

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