Un equipo de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) asegura haber demostrado que la correlación que suele establecerse entre la riqueza de una persona y su mayor longevidad es un mito. Según concluye su estudio, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés), la diferencia entre la esperanza de vida de los ricos y de los pobres no es realmente tan grande.
En 2016 científicos de Harvard demostraron que un hombre de 40 años con un ingreso anual alto puede esperar vivir seis años más que un hombre de misma edad de bajos ingresos. Sin embargo, según los investigadores daneses este método no tomó en cuenta la movilidad entre clases por ingresos. En otras palabras, los pobres no necesariamente son pobres toda la vida, al igual que los ricos tampoco lo son siempre.
Para probar su polémica teoría, los investigadores daneses examinaron estadísticas entre 1980 y 2013 sobre esperanza de vida, mortalidad, enfermedades, asociadas a los ingresos de los daneses fallecidos en este período. Y con los nuevos índices en la mano, la imagen cambió drásticamente.
El resultado obtenido teniendo en cuenta la movilidad social reveló que la esperanza de vida de los hombres con ingresos más altos es de 77,6 años, solo unos 2,4 años más que de las personas más pobres. Mientras que en las mujeres, es de 2,2 años más.
Sin embargo, aunque la brecha es ahora de solo la mitad de lo anticipado anteriormente, los científicos también concluyen que en los últimos 30 años la diferencia en la esperanza de vida entre diferentes sectores de la sociedad ha aumentado, pese a que Dinamarca es reconocido mundialmente por su efectivo sistema de atención médica y su sistema de bienestar. Este fenómeno se debe al hecho de que la gente con altos ingresos puede beneficiarse de nuevos tipos de tratamiento y de prevención de enfermedades.
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