La mejor España en el mejor momento. La versión más virtuosa de la selección emergió en Río para apuntarse a los Juegos y mantener vivo el sueño de las medallas con un partido perfecto en el que todos brillaron, pero que tuvo en Pau Gasol al líder absoluto ante una Lituania que pasó de gigante a víctima en apenas unos minutos. Paseo de la selección que lanza un aviso a sus rivales y que le sitúa en la senda de la segunda fase, aunque para ello deberá ganar sí o sí a Argentina el próximo lunes.
Llega un momento en los grandes torneos en los que se juega con el corazón. La pizarra queda a un lado y se hace hincapié en la mente. En salir con confianza y con rabia. Sobre todo lo último. Para ello se utilizan técnicas muy diferentes, orientadas siempre a tocar la fibra del jugador. Su corazón. Las entrañas. En esos días, los vestuarios se empapelan con críticas aparecidas en los periódicos, frases hirientes de rivales o se proyectan vídeos de derrotas pasadas. Guardiola y sus canciones; las portadas de algún periódico en la taquilla de Ronaldo; o el vídeo con las tres Final Four perdidas por el Madrid antes de ganar la Euroliga en 2015. Todo vale para que el jugador salga a la cancha motivado. Ayer, en el caso de España, fueron las palabras de Kurtinaitis hace unos días las que sirvieron de acicate para salir a la cancha con un extra de ambición. «Me daría vergüenza salir así a la pista», dijo la leyenda lituana tras ver en acción a Pau Gasol en un amistoso entre ambos equipos durante la preparación de los Juegos.
El catalán, sosegado, no le respondió entonces, pero se afanó por hacerlo ayer en la cancha. En un partido que sí que valía, sobre todo tras la victoria de Argentina en el partido anterior, y que obligaba a España a ganar para no quedarse fuera del torneo de manera definitiva. Un cara o cruz que la selección comenzó a ganar desde el vestuario. La selección se apuntó a los Juegos con un partido para enmarcar en el que puso sobre la pista todas sus virtudes. Velocidad y contragolpe, agobio defensivo para el rival, acierto exterior y, por encima de todo y de todos, Pau Gasol. El catalán, rabioso y encendido, anotó 23 en otros tantos minutos. El mejor del partido. Una versión mejorada en el día más importante. El que podía poner punto final a la historia de los «Chicos de Oro» a la que el español se empeñó en añadir una prórroga.
Bastaron diez minutos para darse cuenta de que esta España era otra. Intensa desde el primer momento, arrolló a una Lituania sin alma. Valanciunas, su faro en la pintura, se fue al descanso inédito, superado por un Pau inmenso. El pívot de los Spurs sumó de cerca y de lejos. Sumó bajo el aro y encima de él. Desde el triple (5 de 5) y la bombilla. Sin dudas. Certero. Imposible de parar para Lituania. A la exhibición de Pau se unieron todos sus compañeros, comprometidos por una causa común y al descanso el choque estaba resuelto (48-29).
Por si había dudas, el catalán anotó tres triples consecutivos nada más volver de los vestuarios y ahí se zanjó cualquier duda. Un triunfo balsámico que permitió crecer a muchos jugadores y que regaló un descanso vital para otros. Un triunfo con el que España sigue soñando y que mete miedo a sus rivales. Ha vuelto la mejor selección. Al fin se ha subido a los Juegos.
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