Carvajal y Ramos, héroes postreros de la tercera Supercopa del Madrid

  10 Agosto 2016    Leído: 487
Carvajal y Ramos, héroes postreros de la tercera Supercopa del Madrid
Algo tiene Sergio Ramos que enamora y enfurece, que embelesa e irrita.

Algo tiene esta leyenda del Madrid, decisivo ayer en la Supercopa de Europa, como hace no tanto en las finales de Champions y Mundial, los otros dos títulos mayores del fútbol europeo de clubes. Un pellizco, un aura, un duende que ayer se presentó en el minuto 92:33 para forzar la prórroga. Una de esas maravillas de Ramos, el mismo central que había derribado torpemente en el área a Vitolo para dar vida al valeroso Sevilla. El mismo al que usurparon el 3-2 por una insólita infracción sobre Rami. Hasta los más escépticos ya lo admiten sin rubor: el día que Sergio nació, grandes señales había.

El error de apreciación de Mazic, sumado a la mala puntería de James y Lucas Vázquez, dio paso al otro héroe blanco de la noche. Dani Carvajal aprovechó el cansancio rival para coronar una de esas aventuras por el carril derecho que le han labrado un huequecito en el corazón del madridismo. El Sevilla llevaba casi media hora en inferioridad tras la segunda amarilla de Kolodziejczak. Y sólo cedió ante la carrera de Carvajal, un prodigio de habilidad y decisión. Merecido colofón a una final con altibajos, donde ambos candidatos acumularon acreditados motivos, en los 90 y en los 120 minutos, para creerse vencedores.Las filigranas de AsensioSalió con cierto aire poderoso el Madrid, sin extrañar a siete titulares: Keylor, Pepe, Kroos, Modric, Cristiano, Bale y Benzema. Nada menos. Se fue acercando hacia el gol, con las incorporaciones de Kovacic, la persistencia de Lucas Vázquez en la derecha y, por encima de todo, con las filigranas de Asensio. En primera instancia con una carrerita por la izquierda que no alcanzó el citado Lucas en boca de gol. Tiene una zurda Asensio que causa sensación. Sólo le falta créerselo, como se lo creyó el pasado otoño en Cornellá.

Su golazo merece merece disfrutarse en la moviola. Ni siquiera se había cumplido el ecuador del primer tiempo cuando el Madrid tomaba la iniciativa. Un zurdazo a la escuadra ante el que, Sergio Rico el primero, sólo quedaba el asombro. El Sevilla, bajo la lluvia inclemente, necesitaba algo más.Es pronto aún, pero este equipo va interiorizando una idea concreta, muy definida, al contrario que en la etapa de Emery, donde aplicaba soluciones variopintas a los problemas por venir. Su carta de presentación es una presión entusiasta, como nacida en una pizarra de Bielsa. Su organización gira en torno al balón, porque Sampaoli es de esos chiflados que aún defiende aquello de que si hay algo casi tan importante como ganar es la forma de hacerlo.

El Sevilla, un equipo con muchas caras nuevas, podrá en unos meses amargar a cualquiera si hay paciencia para soportar los malos resultados. En Trondheim demostró poco rodaje, pero buena disposición. Sus centrocampistas sufrieron para ordenarse, sobre todo sin balón, y la salida desde atrás quedó penalizada por los problemas con los pies de su portero. Sólo el tiempo podrá engranar todos estos conceptos.

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