En las tiendas de ropa turcas, a las que le crecieron chalecos salvavidas en los escaparates, lo más buscado es una especie de calcetín de goma con un cierre hermético para guardar el móvil y que no se moje en el Egeo.
Si el teléfono muere, quizá su dueño sea el siguiente en hacerlo.Antes de embarcar en la zodiak de los mafiosos hacia alguna isla griega al otro lado, corre entre los refugiados el nombre de un grupo de WhatsApp al que unirse. En él están desde los propios traficantes de personas turcos, que avisan del punto de partida de las embarcaciones y su número, y los voluntarios encargados del rescate en alta mar, como la ONG Proactiva o Médicos Sin Fronteras. Los refugiados deben ir enviando su localización cada pocos minutos. En travesías nocturnas, esa información es la única manera de poder acercarse a la barca si tiene algún problema en medio de la oscuridad. Desde el comienzo de la ruta, aplicaciones como WhatsApp, Line, Telegrama o Viver marcan la diferencia entre enterarte a tiempo de un cambio de ruta, el cierre de una frontera o un descuento de las mafias o quedarte en tierra. Entre las demandas de los refugiados siempre está un enchufe para cargar el móvil y un wifi abierto para poder conectar con otros viajeros en ruta. «Yo voy hablando con mi hermano, que pasó antes que yo por la ruta de los Balcanes y me va dando consejos en tiempo real», dice Ayman, un iraquí de Mosul que huye del Estado Islámico. «En los grupos de WhatsApp otros nos avisan de los timos. Nos dicen que no paguemos 30 euros por un taxi que vale 15, por ejemplo». El grupo de Facebook «Estación para migrantes» es otra herramienta imprescindible para todos los que huyen de la guerra. En este foro se anuncian ofertas de los traficantes con nuevas rutas ante el cierre de las anteriores, se ofrecen consejos sobre cómo alquilar un piso en Hamburgo o cómo comprar un pasaporte sirio falso a los afganos para poder seguir el camino. Es el gran bazar de internet, que se actualiza con un anuncio nuevo cada pocos segundos.
SALVAR VIDASEn otras rutas, aún más peligrosas, como la que atraviesa la bisectriz de África hacia Libia y el Mediterráneo central, estas aplicaciones de móvil también han salvado muchas vidas. Una consultora de derechos humanos llamada Sophie Otiende se encontró con la historia de 31 mujeres inmigrantes subsaharianas que habían sido captadas por las mafias de trata de blancas, que usan esas mismas travesías, para convertirlas en esclavas sexuales.
El pasado verano, consiguió contactar con ellas vía WhatsApp y creó un grupo de apoyo entre ellas. Ahí comenzó una labor diplomática y humanitaria con varias organizaciones y con el gobierno de Kenia. «Ellas tenían miedo, pero al menos, durante aquellos meses, pudimos seguir en contacto a diario», asegura Otiende. El pasado diciembre, todas ellas fueron liberadas de su cautiverio gracias a los visados que Kenia les consiguió para comenzar de cero en su territorio. Este mismo sistema de grupos de apoyo en WhatsApp se está implantando en La India, con 100 mujeres en cada uno, en lugares donde el abuso o la violación de mujeres es algo cotidiano. En la ruta del cuerno de África hacia Israel, los inmigrantes eritreos o somalíes deben atravesar una de las zonas más peligrosas del planeta, el desierto del Sinaí, tierra de nadie y nido de yihadistas y contrabandistas.Muchos de ellos acaban secuestrados por estas bandas, que suelen torturar a sus víctimas hasta la muerte si las familias no acceden a pagar el rescate. La única manera de poder seguir las huellas de estos inmigrantes es triangular la posición de los teléfonos por el desierto. De nuevo, el móvil es lo único que puede salvarte en un territorio tan hostil. Cuando el teléfono no suena es cuando hay que comenzar a preocuparse.
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