Los aranceles de Trump convierten la OMC en un campo de batalla

  20 Agosto 2018    Leído: 1426
Los aranceles de Trump convierten la OMC en un campo de batalla

La Organización Mundial del Comercio (OMC) nunca tuvo tanto trabajo por delante en sus 23 años de historia. La razón: la guerra arancelaria iniciada por Estados Unidos. Primero fue su disputa con China; luego llegaron los gravámenes al acero (25%) y aluminio (10%) mundiales; y, por último, su contienda con Turquía. Una política comercial con base en la «seguridad nacional» que ha levantado en pie de guerra a las grandes potencias del globo, que han respondido al proteccionismo con la misma moneda: más aranceles. Y llevando los casos a la OMC.

En lo que va de 2018, los países miembros de esta organización han iniciado 30 procedimientos de disputa internacional para que sea un tribunal de expertos el que resuelva la controversia. Una cifra «poco habitual», dicen las fuentes consultadas por ABC, que, en agosto, prácticamente dobla el total de procesos comenzados en años anteriores. En 2017 se llevaron 17 casos a la OMC; en 2016, 16; en 2015, 13; en 2014, 14. Y así sucesivamente, sin alcanzar ningún año la estadística que éste ya se da en agosto. Sin embargo, no todos los asuntos tienen que ver con la guerra comercial, aunque sí la gran mayoría.

Estos datos encuentran relación con cómo actúa EE.UU. en su política comercial. Desde 1995, el país americano ha iniciado 115 procedimientos, el que más de toda la OMC. En cambio, también es el más demandado con 133 controversias en contra. Esto supone que a EE.UU. le han abierto un 58% más de procedimientos por sus prácticas comerciales que a la UE.

El último recurso

Las demandas ante esta organización son siempre el último recurso cuando fracasan las relaciones bilaterales e incluso el arbitraje. Cientos de casos se han dirimido ante los grupos especiales de la OMC, aunque ahora la situación proviene de la actuación de un solo país y no de casos aislados. La Unión Europea, Rusia, China, Canadá, México... todos ellos confían en la solución jurídica del máximo organismo de comercio, al tiempo que piden también su reforma para mejorar su funcionamiento. Una tesis que siempre ha mantenido Trump desde que llegó a la presidencia de la máxima potencia mundial y que ahora ve satisfecha en sus socios-enemigos. Incluso por parte de China, que firmó con la UE el compromiso de formar un grupo de trabajo para modificar la organización. Ya está en marcha.

Fuentes comunitarias destacan que los Estados miembros apoyan «firmemente» el comercio basado en las reglas de la OMC, aunque reconocen que están trabajando en ello con sus socios. Todavía está en fase preliminar, aseguran desde la Comisión Europea, pero las bases ya están puestas para realizar una primera propuesta formal.

Refuerzo de personal

El exceso de trabajo para la OMC no llegará de forma inmediata sino que será en los años venideros cuando tenga que enfrentarse a un aluvión de casos. De hecho, en 2017, con unas 38 controversias en marcha de otros años, tuvieron que reforzar las divisiones jurídicas con 29 personas adicionales. Fuentes de Comercio explican que ahora periódicamente están sacando plazas para más trabajadores en vista de las tareas pendientes. Más puestos de trabajo... gracias a Trump. Pero menos comercio y riqueza... también gracias al presidente estadounidense.

El Fondo Monetario Internacional alertó hace escasas semanas de que la guerra arancelaria le costará al PIB mundial medio punto en 2020. Esto se traduce en 403.420 millones de dólares. Dicho de otro modo, el equivalente a casi una tercera parte de la economía española. Bruselas, por su parte, ha rebajado su previsión de crecimiento para la UE en dos décimas para este ejercicio. Y el Banco Mundial ha alertado del riesgo para el sector exterior, que podría volver a caer hasta un 9% como en los peores años de la crisis económica.

Esta situación de alarma en todas las instituciones mundiales llega después de meses de amenazas y contramenazas de los países implicados, con el foco en EE.UU. como detonante. Desde marzo, Trump ha fijado aranceles de 50.000 millones de dólares a China (destacando los productos tecnológicos); tasas al acero (25%) y aluminio (10%) europeos por valor de 6.400 millones de euros; mismo gravamen sobre esas materias a sus ya exsocios del Tratado del Atlántico Norte (Nafta) como son Canadá y México a modo de presión para firmar en mejores condiciones ese acuerdo; gravámenes también a la siderurgia rusa, india, japonesa... y a un sin fín más de potencias. Y para colmo, recientemente, en plena crisis de la lira, duplicó esos aranceles a Turquía, que respondió, a su vez, gravando productos americanos hasta el 140%.

Respuesta global

Una situación que encontró su respuesta en que la mayoría de países afectados han impuestos medidas de reequilibrio con EE.UU. sobre los productos más emblemáticos del país. Tabaco, motos, vaqueros, maíz, arándanos, automóviles... Una lista de cientos de productos –en el caso de la UE– para atacar al corazón del partido republicano estadounidense.

La consecuencia más inmediata ya se está dejando ver en el Indicador de las Perspectivas del Comercio Mundial de la OMC, que muestra una desaceleración del sector exterior que se extenderá en los próximos trimestres. Tal es así que, según el dato más reciente, éste se encuentra en los 100,3 puntos –por encima de la centena supone crecimiento–, mientras que al comienzo de la guerra comercial estaba en 102,3. Lasexportaciones globales son las culpables de esta ralentización que obligó hace pocos meses a rebajar el alza del comercio hasta el 4,4% anual frente al 4,7% del año anterior. Una tendencia para el recuerdo mientras Trump prosiga con su escalada de tensiones, aunque el efecto sobre cada región es distinto.

Los expertos apuntan a que, a nivel de economía país, México y Canadá serán los más afectados por sus estrechos lazos comerciales con EE.UU. Sin embargo, las fuentes consultadas reflejan que los mercados emergentes también sufrirán en gran medida la incertidumbre generada por los aranceles. En particular, Turquía, iberoamérica y los países orientales en expansión podrían ver reducidas sus exportaciones, pero el mayor problema para ellos llegaría de parte de la salida de capitales. Desde el Instituto de Finanzas Internacionales apuntan a que las tensiones comerciales ahuyentan a los inversores de los países emergentes para refugiarse en monedas más sólidas como el dólar.

ABC.es


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