La fuerza necesaria para extraer el contenido calórico de la médula ósea en los huesos con fines alimenticios pudo haber contribuido a la evolución de la mano humana, lo que explicaría la diferencia entre nuestras manos y las de los primates, según un estudio publicado en The Journal of Human Evolution, informa el portal Science Alert.
Como se desprende de hallazgos arqueológicos, los antepasados humanos realizaban diferentes actividades manuales valiéndose de herramientas de piedra, como cascar nueces, romper los huesos para acceder a la médula ósea o la fabricación de herramientas nuevas.
Los autores del estudio examinaron la repercusión evolutiva que estas acciones habrían tenido sobre el pulgar y la mano humana. Midieron la fuerza de las manos de 39 participantes mientras ellos realizaban diferentes acciones con herramientas de piedra.
De todas estas actividades, cascar nueces era la requería un menor nivel de presión. Según los científicos, esta actividad no requiere mucha fuerza y no ofrece la suficiente resistencia como para provocar cambios en la estructura de la mano, lo que puede explicar que los primates sean capaces de romper nueces sin manos humanas.
Por el contrario, la extracción del contenido calórico de la médula ósea, junto con la fabricación de escamas con martillo tuvieron un mayor impacto en la mano. En particular, los dedos pulgar, índice y el dedo medio fueron más activos.
Así pues, los científicos consideran que la práctica de estas actividades puede haber sido clave en la evolución de la mano humana. Asimismo, concluyeron que el consumo de médula ósea podría haber contribuido en la evolución humana de destreza.
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