Turquía declaró el estado de emergencia tras el golpe fallido, en el que murieron 290 personas. La operación de seguridad persigue a los sospechosos de estar relacionados con el clérigo musulmán Fethullah Gulen, afincado en Estados Unidos y a quien el gobierno acusa de idear el golpe. Gulen ha negado que tuviera conocimiento de la trama.
Casi 16.000 personas fueron detenidas por sus supuestos lazos con el alzamiento. Decenas de miles de funcionarios han sido destituidos por supuestos vínculos con Gulen, según Anadolu.
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