El ayuno de Ramadán, que comienza el próximo 15 de mayo y finaliza el 14 de junio, constituye para la religión musulmana en un acto de adoración a Alá (Dios), desde el comienzo del alba hasta la puesta del sol.
Consiste en la abstención de la comida, la bebida y las relaciones sexuales, entre otros, con la sincera intención de complacer a Dios.
Permite ejercitarse en la alabanza a Alá, escapar a los pecados fortaleciendo la voluntad y padecer las carencias de los pobres.
El mes de Ramadán es el noveno mes lunar del calendario islámico y uno de los cinco pilares del Islam junto a la profesión de fe, la oración, la limosna y la peregrinación a La Meca.
Aunque el ayuno de Ramadán fue revelado también para otros pueblos, entre sus virtudes podemos citar que Alá lo eligió para revelar el grandioso Corán. Dice Alá: “En el mes de Ramadán fue revelado el Corán como guía para la humanidad y evidencia de la guía y el criterio” (Corán 2:185). Por su parte, el Profeta Muhammad dijo: “Cuando comienza Ramadán se abren las puertas del Paraíso y se cierran las puertas del Infierno, y el demonio es atado con cadenas”.
Dios ha preparado este tiempo para adorarlo, obedecerle y abandonar las malas costumbres.
El Mensajero de Dios dijo: “A quien ayune durante Ramadán con fe y devoción, Alá le perdonará sus faltas anteriores” y “a quien se levanta en adoración durante Ramadán Alá le perdonará sus fatas anteriores”.
En este mes se encuentra la más grandiosa de las noches del año: la Noche del Decreto (Láilatu Al Qadr). Como se indica en el Corán, las buenas acciones realizadas en esta noche, son mejores que si se realizaran en otras ocasiones. Dijo Alá “[Adorar a Alá] La Noche del Decreto es mejor que mil meses” (Corán 97:3). Esta noche es una de las diez últimas noches de Ramadán, y nadie conoce con precisión cuál de ellas es, aunque algunos musulmanes las buscan entre todas las noches impares y sobre todo las últimas del mes.
Alá ha prescrito el ayuno por varias y sabias razones, tanto para esta vida como para la otra. Entre ellas:
Alcanzar la piedad ante Alá, alabado y glorificado sea. Dijo: “¡Oh, creyentes!
Se les prescribió el ayuno al igual que a quienes los precedieron, para que alcancen la piedad” (Corán 2:183).
Como un ejercicio para aprender a obedecer a Alá y cómo escapar a la compulsión de los pecados fortaleciendo la voluntad: Si el ayunante deja de hacer cosas que le son permitidas habitualmente por obedecer a Alá, entonces es lógico que pueda tener control sobre sus deseos para no cometer pecados, respetando los límites establecidos por Alá, dejando de lado lo que es erróneo.
Como herramienta pararecordar, sentir y considerar la verdadera situación de los pobres y necesitados, comprobar el hambre y lo difícil que es no tener comida. De esta forma el corazón del ayunante se sensibiliza y se esfuerza por consolarles y ayudarles.
El ayunante sentirá felicidad por la recompensa y la gracia al momento de su encuentro con Alá, merced a su ayuno, tal como dijo el Profeta Muhammad: “El ayunante posee dos felicidades: una al momento de romper el ayuno, y la otra cuando se encuentra con su Señor”.
En el Paraíso hay una puerta llamada “Puerta del Arraián” (Bab Arraián), por la cual sólo entran los ayunantes. Dijo el Mensajero de Alá: “Ciertamente en el Paraíso hay una puerta que se llaman Arraián, y por ella entrarán los ayunantes el Día Final, nadie más además de ellos entrará por allí. Se les dirá: ‘¿Dónde están los ayunantes?’, entonces se levantarán y no entrará nadie a excepción de ellos, y cuando hayan entrado se cerrará la puerta y no entrará nadie más”.
En el Islam se ha atribuido la recompensa y el motivo de la acción del ayuno para el individuo mismo. Bienaventurado sea aquél a quien Alá le ha prometido la recompensa de su obra, pues Él es Generoso, Magno y Misericordioso. Dijo Dios en un hadiz qudsí: “Todas las obras del hijo de Adán son para él a excepción del ayuno, que es sólo para Mí, y Yo soy Quien recompenso por él” Dios ha permitido que algunas personas no ayunen en Ramadán, para facilitarles las cosas y como misericordia hacia ellos: el enfermo, el anciano y el viajero por menos de cuatro días. Dice el Altísimo: “Y quien estuviere enfermo o de viaje [y no ayunase] deberá reponer posteriormente los días no ayunados y así completar el mes” (Corán 2:185).
No es obligatorio tampoco que ayune la mujer si está en su ciclo menstrual o en el puerperio. La embarazada y la mujer que está amamantando están eximidas cuando teman un perjuicio para su bebé o para ellas mismas, y deberán recuperar luego esos días no ayunados.
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