Las ciudades de Slanfah —ubicada al norte de la provincia de Latakia— y Kessab —situada en la frontera con Turquía— soportaron el mayor daño a raíz de los ataques terroristas. En estas localidades, los yihadistas mataron a familias enteras sin dar tregua a nadie, ni a las mujeres, ni a los niños.
Muchos hoteles y sitios recreacionales permanecieron cerrados durante los atroces y sangrientos combates. Sin embargo, hoy en día el Ejército sirio, con la ayuda de las Fuerzas Aéreas de Rusia, ha obligado a los terroristas a retirarse de estos lugares. Sus habitantes han vuelto a la normalidad.
A finales de este otoño, las autoridades de Slanfah y Kessab, así como las de otros pueblos ubicados en las proximidades al río Al Kabir Al Shamali, quieren restablecer el nivel de funcionamiento de sus instalaciones turísticas a los niveles existentes antes de la guerra.
Así, las lanchas, capaces de alojar a bordo hasta 10 personas a la vez, empezaron a navegar por el río y ahora enseñan a los turistas varios lugares de interes.
Damasco pacífico
© SPUTNIK/ ILYA PITALEV
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Yasir, propietario de uno de los locales relacionados con el turismo en Slanfah, ha declarado a Sputnik que los primeros turistas han llegado a la ciudad, aunque por lo pronto solo han sido viajeros sirios.
"Las calles están renaciendo. Resulta que hay más turistas de lo que se esperaba después de la guerra. Los restaurantes y los hoteles vuelven a abrir sus puertas porque el miedo a los bombardeos se ha ido", dijo.
No obstante, según las palabras de Yasir, aún existe un factor que sigue espantando a los visitantes: el eco del tiroteo de la artillería pesada que se escucha del norte y el oriente, donde las fuerzas de Bashar Asad empujan a los terroristas fuera de Siria.
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