Obama y Kerry, que se encuentra en Moscú, hablaron la tarde del viernes por teléfono sobre la situación en el país que se ha convertido en un aliado importante pero incómodo para Washington. Ambos coincidieron en que "todas las partes deberían apoyar al gobierno democráticamente electo en Turquía”, dijo la Casa Blanca en un comunicado, en el que no se habla de forma explícita de golpe de Estado. Obama y Kerry también hicieron hincapié en la importancia de que todas las facciones muestren “contención y eviten cualquier violencia o derramamiento de sangre”, agrega el escrito oficial.
Poco después, Kerry informó por Twitter de que también había hablado con su par turco, Melvit Cavusoglu, para transmitirle el “apoyo absoluto” de Washington al “gobierno electo civil turco y a sus instituciones democráticas”.
Para Washington, hablar abiertamente de un golpe en Turquía puede llegar a ser complicado. La ley estadounidense prohíbe a la Administración conceder ayuda económica a gobiernos golpistas. Por eso fue tan cauto a la hora de pronunciarse por ejemplo en Egipto en 2014, cuando el Gobierno de Mohamed Morsi fue desbancado por los militares. Hablar abiertamente de golpe le habría obligado a cortar la suculenta asistencia militar a este país árabe tan estratégico.
Por su situación geográfica, ya que comparte frontera con Siria e Irak, Turquía es también un aliado fundamental de Washington en su lucha contra el Estado Islámico (ISIS). Aunque en el pasado criticó su falta de cooperación, en la actualidad Ankara le permite a EE UU el uso de sus bases militares para lanzar ataques aéreos contra posiciones de ISIS en Siria. El apoyo norteamericano a las fuerzas kurdas sigue siendo sin embargo un punto de fricción.
La relación entre Erdogan y Obama se ha enfriado visiblemente en los últimos años. En un extenso reportaje sobre el presidente estadounidense en The Atlantic en abril, Jeffrey Goldberg resumía así la evolución de la relación entre los dos presidentes: “En un principio, Obama veía en Erdogan el tipo de líder musulmán moderado que podría servir de puente entre Occidente y Oriente, pero ahora Obama lo considera un fracaso y un autoritario, como alguien que se niega a usar su gigantesco ejército para ayudar a llevar la estabilidad a Siria”.
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