Rosberg agiganta su reino; Alonso caza su primer botín
Hamilton escuchaba de refilón la conversación que mantenía Rosberg con Putin. Hasta ahora sólo él había tenido el honor de charlar con el mandatario ruso como vencedor en Sochi. Pero las cosas están cambiando, de hecho ya han cambiado. Ahora es Nico quien surca el asfalto sin contemplaciones. Así repitió el guión en Rusia. De la pole al infinito del Mar Negro. Una secuencia perfecta, sin fisuras en este arranque de año, ni el menor titubeo desde México 2015. Medio año en el que Rosberg no ha dejado ni una miga para el resto de invitados al mantel de Ecclestone. Un registro, el de sus siete victorias seguidas, que lo sitúa en el peldaño de su legendario compatriota Michael Schumacher, que firmó la misma hazaña en 2004. Porque por mucho que Hamilton apretó, él siempre tuvo todo bajo control, como ha ocurrido desde Melbourne hasta hoy. Con Vettel fuera de combate,Kimi Rakkonen, el tercer inquilino del podio, nunca estuvo a la altura de los Mercedes y bastante hizo con defenderse ante los revitalizados Williams.
Fue también el día más radiante del año para Fernando Alonso. El asturiano sobrevivió a una accidentada salida, donde vio a unos milímetros la salida de pista de Vettel tras la embestida de Kvyat. Fernando salió airoso de ese campo de minas de Sochi y no se topó con mayores temblores camino de sus ocho primeros puntos. "Las dos primeras curvas fueron una locura y esta vez salimos beneficiados. Nos fuimos librando un poco los choques y al final conservamos la plaza merecidamente", detallaba el piloto español después de cruzar la meta en sexta posición. Sus primer botín del curso sobre un trazado que, a priori, apenas dejaba lugar al optimismo a McLaren.
Alonso, cuyo bólido fue apartado como una mosca por un Hamilton que buscaba la remontada, vivió el resto de la carrera en una zona de confort. Sin amenazas por detrás ni oasis posible por delante. Llegó incluso a verse cuarto en un instante de la cita. Así alcanzó sus primeros ocho primeros puntos del Mundial, tres menos de los que logró la temporada pasada. Una dosis de optimismo en McLaren, que vio cómo Jenson Button también puntuaba (10º). "Éramos bastante competitivos e hicimos la quinta mejor vuelta en carrera. En Barcelona y Mónaco seguramente tengamos oportunidad de coger puntos". Sumergido en esos sueños vivirá Fernando durante las próximas dos semanas. Situación inversa a la de Carlos Sainz, duodécimo tras una tortuosa aventura, que sueña en Montmeló como un posible bálsamo.
Esta vez Vettel tenía razón
Hace dos semanas, tras la carrera en Shanghai, Sebastian Vettel leía la cartilla a Daniil Kvyat, en lo que el alemán creía que había sido un peligroso adelantamiento por el interior. "Ibas como un torpedo", le soltó a solas, en la antesala del podio, mientras el ruso esbozaba, incrédulo una sonrisa forzada. La charla continuó durante la entrega de trofeos y puede que lo hiciera también en los entresijos del circuito chino. No llevaba razón el alemán, pese a la vehemencia de sus formas y argumentos. Seb pensaba que esa agresiva maniobra le pudo haber costado el segundo puesto, pero lo que nunca imaginó es que, dos semanas después, en la siguiente parada, ambos volverían a encontrarse y el final no sería tan benévolo para él y su Ferrari.
Porque la carrera de Sebastian Vettel en Sochi duró sólo unos segundos. Los que transcurrieron hasta que el tricampeón alcanzó la segunda curva. Allí fue `torpedeado` por primera vez por Daniil Kvyat, hipermotivado, demasiado, ante su gente. Su Red Bull embistió por detrás al Ferrari y lo mandó contra su compañero Ricciardo. Y como no fue suficiente, el ruso propinó un segundo empujón a Vettel, éste definitivo, que obligó al alemán a echar pie a tierra mientras descargaba por radio mil y un improperios censurados por la organización con sus correspondientes pitidos. "¡Alguien me ha dado por detrás y después me ha vuelto a golpear!", exclamaba entre otras cosas el alemán, que aún no tenía claro el autor de las embestidas.
Seb se marchó del asfalto pilotando la scooter del comisario, sin casco ni nada, para rebajar su temperatura interna, visitando incluso el muro de Red Bull para pedir explicaciones a sus ex. Mientras el ruso era castigado con un `stop and go` pero seguía en carrera (15º). Esta vez al alemán le sobraban los motivos y las razones para quejarse. Por eso pidió a Red Bull el número de teléfono de Kvyat antes de marcharse del circuito.