Tras la masacre en Florida, Trump elude el tema del control de armas

  16 Febrero 2018    Leído: 1664
Tras la masacre en Florida, Trump elude el tema del control de armas
“Otra vez” es el coro, seguido por “habrá otro más” y acaba con “no se hará nada”. Diecisiete muertos en una preparatoria en Parkland, Florida, lo cual coloca la tragedia entre los 10 tiroteos masivos más letales en la historia moderna del país (tres de los cuales han ocurrido en los últimos cinco meses).

El presidente Donald Trump, gran defensor de la “libertad a las armas”, se pronunció hoy sobre el incidente, anunciando que pronto irá al escenario del crimen para verse con los familiares. Sin embargo, evitó cualquier mención de medidas y menos de legislación para controlar el acceso a las armas. Y como es casi siempre el caso con los defensores de la libertad de portar armas, atribuyó el incidente a los problemas mentales del sospechoso, y no a la falta de leyes y controles sobre las armas, afirmando que trabajará con autoridades estatales y locales “para ayudar a hacer que nuestras escuelas sean seguras y enfrentar el difícil asunto de la salud mental” y también para “hacer más seguras” las escuelas.

O sea, el país con la mayor violencia por armas de fuego en el mundo desarrollado, continuará haciendo nada para prevenir el próximo tiroteo en una escuela (donde en promedio hay cinco incidentes al mes), o en un centro comercial, en un cine, en un estacionamiento u otros lugares públicos.

Son las mismas escenas, solo cambia la ubicación. Ya todos saben qué hacer, ya lo han visto antes en televisión -declarar alerta roja, cerrar y hacer barricadas en cada salón, esperar hasta que la policía ordene la evacuación, salir en fila con las manos arriba, esperar a ser revisado y después enviado a una área para reunirse con familiares enloquecidos de preocupación, ser entrevistado por los medios, esperar los saldos de muertos y heridos, empezar a ver quién o quiénes fueron los responsables y cuál era su perfil y qué se decía de ellos y qué habían subido a sus cuentas de redes sociales, y ver llegar a las brigadas de especialistas en tratar traumas sicológicos y ofrecer “terapia de duelo”.

“Ningún padre debería jamás tener que enviar a su hijo a la escuela para no verlo regresar”, comentó Robert Runcie, superintendente de las escuelas del condado Broward. Esta frase, todas las frases de este tipo, se han vuelto comunes.

Y es que esto se repite sin cesar. Los datos abruman, y más porque cada uno es prueba de que nada se ha hecho para controlar el fenómeno de los tiroteos masivos (incidentes públicos donde cuatro o más personas son heridas o asesinadas).

Solo contando balaceras en escuelas y universidades después del hecho que conmovió al mundo cuando 20 estudiantes de primero de primaria y seis adultos de la escuela Sandy Hook fueron asesinados por un joven en Newtown, Connecticut, en diciembre de 2012, se han registrado en promedio unos cinco tiroteos en sedes académicas cada mes. En total son 239 incidentes de tiroteos -no todos han sido masivos- a lo largo del país, con 438 personas con impacto de bala de los cuales murieron 138, según la organización Gun Violence Archive.

Se han registrado por lo menos mil 607 tiroteos masivos de todo tipo (más allá de solo en escuelas) desde 2013 con por lo menos mil 846 muertos y 6 mil 459 heridos.

En lo que va de 2018, se han registrado 30 tiroteos masivos (incluyendo los que han sucedido en escuelas), según el Archive. En 2017 se alcanzó un total de 346. El número total de incidentes de violencia con armas de fuego de todo tipo (no solo tiroteos masivos) en Estados Unidos durante 2017 fue de 61 mil, 497 con 15 mil 590 muertos y más de 31 mil heridos (https://azvision.az/redirect.php?url=http://www.gunviolencearchive.org).

Everytown for Gun Safety, otra organización dedicada al fenómeno, mide todo tipo de incidentes donde una arma es disparada en una sede académica, y bajo este criterio calcula desde 2013, hay en promedio un incidente de este tipo por semana.

Apróximadamente 32 mil personas mueren por armas de fuego (incluyendo suicidios) cada año en Estados Unidos. En promedio, fallece una persona cada 15 minutos por violencia de armas de fuego.

En este caso de Florida, como en tantos otros, las armas fueron adquiridas legalmente. El sospechoso, Nikolas Cruz de 19 años de edad, quien había sido expulsado de esa preparatoria anteriormente, obtuvo su rifle semiautomático tipo AR-15 de manera legal. En Florida, cualquiera mayor de 18 años puede comprar un rifle si no tienen antecedentes criminales. Esa arma está diseñada para matar a múltiples “objetivos” en batallas militares. En otros caso, cuando los responsables son jóvenes, tienen acceso a armas adquiridas legalmente por sus padres.

Se calcula que hay apróximadamente poco más de 300 millones de armas de fuego en manos privadas en Estados Unidos -suficiente para armar a cada habitante del país.

Estados Unidos es número uno -y por mucho- en violencia de armas de fuego en el mundo desarrollado. Una de las razones obvias de esto -pero no es necesariamente la determinante- es que tiene una de las poblaciones más armadas, con un análisis de hace unos años registrando que con una población que es el 4.43 por ciento de la mundial, los estadunidenses son dueños de aproximadamente el 42 por ciento de las armas en manos privadas en el mundo. Sin embargo, según sondeos de Pew Research Center, esas armas están concentradas en una minoría de la población (datos de 2010 registran que un 34 por ciento tiene una arma en casa).

Según Nicholas Kristof, columnista del New York Times, más estadundienses han fallecido por violencia de armas de fuego, incluyendo suicidios, desde 1970 -unos 1.4 millones- “que en todas las guerras en la historia estadunidense” entre ellas y desde la guerra de la independencia.

Por ahora, la preparatoria Marjory Stoneman se suma a la lista de masacres conocidas por el nombre de las escuelas en que ocurrieron, como Columbine y Sandy Hook. Y nadie aquí espera que la cúpula política haga algo para evitar la próxima, y la que sigue después de esa, que después alargarán esta lista.

Y los reporteros y analistas tendrán que repetir este ejercicio mientras se evalúa si las amenazas más peligrosas para este país no provienen de los rusos, o los “terroristas” extranjeros o narcotraficantes internacionales, sino desde aquí adentro.


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