Se supone que las muestras corresponden a la cultura Xia Jia Dian, cuyos habitantes nómadas se desplazaban por los pastizales de la cuenca del río Haihe, entre el año 3.000 antes de Cristo y el 1.500 antes de Cristo.
Anteriormente se estimaba que los fragmentos más antiguos de los jeroglíficos chinos eran los hallados en carapachos de tortugas pertenecientes a la Dinastía Shang, que se desarrolló entre los años 1.600 antes de Cristo y 1.046 antes de Cristo.
Los especialistas del Museo Nacional de China confirmaron que los fragmentos encontrados durante las excavaciones son parte de elementos de tinta de tres o cuatro jeroglíficos dibujados en la superficie de cerámica con un pincel de pelo animal.
Según conjeturas preliminares, las inscripciones en los fragmentos pueden estar relacionadas con los antiguos rituales de sacrificio.
Se informó que los científicos del Instituto Regional de Investigación del Patrimonio Cultural y Arqueología de Mongolia Interior realizaron las excavaciones junto con los especialistas de la Universidad de Jilin e investigaron las ruinas de una ciudad antigua cuyo territorio alcanza unos 10.000 metros cuadrados.
Las inscripciones en los huesos oraculares de China, que se encuentran entre los sistemas de escritura antigua más famosos, evolucionaron a través de los siglos para dar lugar a la actual escritura china.
El hallazgo permite descifrar el origen de las inscripciones en los huesos oraculares chinos, que en 2017 fueron incluidas en el registro de la memoria del mundo de la Unesco.
Sputnik
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