'Fábrica de seguidores': Así funciona el oscuro negocio de las cuentas falsas en las redes sociales

  08 Febrero 2018    Leído: 694
Una investigación de The New York Times revela cómo una empresa de EE.UU. roba identidades de usuarios reales para vender seguidores falsos a celebridades, políticos, deportistas y otros interesados.

Miles de identidades robadas, centenares de miles de reputaciones infladas y millones de dólares en ganancias. The New York Times ha sondeado el mercado negro de seguidores falsos en las redes sociales, y las consecuencias no se han hecho esperar.

En un extenso artículo de investigación, el diario neoyorkino describe cómo funciona Devumi, "una oscura empresa estadounidense" que por solo unos centavos de dólar vende seguidores de Twitter, visitas en YouTube, reproducciones en SoundCloud y recomendaciones en LinkedIn a aquellos que buscan tener una mayor influencia en el mundo de Internet. Estas son las claves de la investigación.

'Fábrica de seguidores' con garantías de reembolso
Según ha calculado el periódico, esta 'fábrica de seguidores' ha recaudado millones de dólares en el mercado global del fraude en las redes y maneja al menos 3,5 millones de cuentas automatizadas, cada una de las cuales ha sido vendida varias veces. Al menos 55.000 de ellas usan datos personales de usuarios reales (nombres, fotos de perfil, lugares de origen y otros).

En su cuidada página web, la empresa promete una garantía de reembolso y asegura que sus productos cuentan con el visto bueno de la plataforma cuyos seguidores vende, aunque Twitter, por ejemplo, prohíbe vender o comprar seguidores o retuits.

Para analizar mejor cómo funciona el negocio de Devumi, el propio diario compró 25.000 seguidores por 225 dólares (alrededor de un centavo por cada uno) a través de una cuenta de prueba.

Según el periódico, los primeros 10.000 seguidores, de hecho, parecían a simple vista ser personas reales, con fotografías y nombres completos y biografías auténticas. Sin embargo, en sus perfiles había detalles extraños y casi imperceptibles, como fotos retocadas o caracteres cambiados en los nombres (por ejemplo, una 'i' mayúscula por una 'l' minúscula).
Mientras tanto, las siguientes 15.000 cuentas ni siquiera parecían auténticas: no tenían fotos de perfil y tenían una mezcla de símbolos en vez de nombres.


Clientes


Tras revisar los registros comerciales y judiciales, The New York Times calculó que Devumi tiene más de 200.000 clientes, incluidos actores y estrellas de 'reality shows', deportistas, comediantes, modelos, políticos, comentaristas o presentadores, entre otros muchos.

Entre los que tenían seguidores falsos de Devumi figuraban el actor John Leguizamo, un asesor del presidente de Ecuador Lenín Moreno, un editor de la agencia de noticias estatal china Xinhua, el multimillonario de la informática Michael Dell e incluso una miembro de la junta de Twitter, Martha Lane Fox, por nombrar algunos.  

El diario explica que se trata de personas para las que la cantidad de seguidores no solo es un indicador de estatus, sino, en ocasiones, un requisito imprescindible para vender sus "productos, servicios o a sí mismos en las redes". Algunos clientes de Devumi afirman haber comprado seguidores por curiosidad, otros por sentirse presionados o porque "todos lo hacen", y varios reconocieron que sus carreras dependían de su aparente influencia en las redes sociales. 

"Nadie te toma en serio si no tienes una presencia notoria", explicó Jason Schenker, economista que ha comprado unos 260.000 seguidores.

Identidades robadas


El 'producto estrella' de Devumi son bots creados a partir de las identidades sociales robadas. Según el The New York Times, la empresa utilizó información de usuarios reales de Twitter —incluidos menores de edad— registrados en los cincuenta estados de EE.UU y en decenas de otros países, tanto aquellos que son muy activos en el servicio de microblogging como los que llevan años sin utilizarlo.

Este es el caso de Whitney Wolfe, asistente ejecutiva que vive en Florida. Si bien Wolfe dejó de utilizar su cuenta en 2014, el bot creado con sus datos retuitea, por ejemplo, los mensajes de actrices porno, algo que no le gusta nada a esta integrante de una congregación baptista. "Ese contenido —de mujeres en tanga y fotografías de pechos de mujeres— no es para nada lo que quiero que se asocie a mi fe, a mi nombre o a donde vivo", se lamenta Wolfe.

La política de Twitter
El fundador de Devumi, German Calas, aceptó conceder una entrevista al diario, pero cuando el periódico le proporcionó diez ejemplos de bots creados con información de usuarios reales, dejó de responder a los correos.

A su vez, representantes de Twitter admitieron que la empresa no revisa de manera activa las cuentas para detectar identidades falsas, si bien eliminó todas las cuentas falsas que le indicó el periódico y que violaban sus políticas 'antispam'. No obstante, la plataforma no utiliza métodos sencillos para detener a los fabricantes de bots, como una prueba contra 'spam' a la que recurren muchos sitios comerciales. 

En este sentido, algunos críticos sostienen que a la empresa, que lucha por la audiencia contra rivales como Facebook o Snapchat, sencillamente no le conviene librar una batalla agresiva contra los bots.  

Cuentas desaparecidas
A raíz de la publicación de la investigación a finales de enero, senadores de los estados de Kansas y Connecticut exigieron que la Comisión de Comercio de EE.UU. investigue las "prácticas engañosas" de Devumi y compañías similares, mientras que el fiscal general de Nueva York, Eric T. Schneiderman, abrió una investigación sobre la empresa.

Al mismo tiempo, muchas de las cuentas falsas que vende Devumi comenzaron a desaparecer de Twitter. Según el diario, más de un millón de seguidores desaparecieron de las cuentas de docenas de usuarios populares de Twitter en unos días.

 


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