Aún más alarmante resulta el hecho de que incluso al cambiar luego a una dieta sana, las defensas del cuerpo siguen hiperactivas, señala un comunicado publicado en la página de la universidad.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo sometió a un grupo de ratones a una "dieta occidental" –es decir, alta en grasas y azúcar y baja en fibra- durante un mes. Como resultado, en sus cuerpos se desarrolló una fuerte respuesta inflamatoria, parecida a la que se produce después de una infección con bacterias peligrosas, destaca el estudio. Tras volver a alimentarlos con su dieta habitual, la inflamación aguda despareció, pero lo que permaneció fue la reprogramación genética de las células inmunes y sus precursores, que siguieron siendo activos.
"Recientemente se descubrió que el sistema inmune innato tiene una forma de memoria", comentó el profesor Eicke Latz. "Después de una infección, las defensas del cuerpo permanecen en una especie de estado de alarma para poder responder más rápidamente a un nuevo ataque". Y en los ratones este proceso fue desencadenado precisamente por una dieta no saludable, encontró la investigación.
Los investigadores advierten que estos cambios en el sistema inmune pueden acelerar el desarrollo de enfermedades vasculares y diabetes tipo II.
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