El aceite de colza se conoce desde la antigüedad, aunque principalmente lo utilizaban para engrasar las máquinas y encender las lámparas. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX los productores presentaron nuevos tipos de colza aptos para fabricar un aceite comestible, tras lo cual apareció un producto llamado canola — 'canadian oil, low acid' (el aceite canadiense de baja acidez, en inglés).
Este tipo de aceite tiene un precio relativamente bajo y se promueve como un alimento sano. Sin embargo, las consecuencias de su consumo no se conocen bien.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo científico de la Universidad del Temple observó a dos grupos de ratones. El primer grupo consumía alimentos habituales, mientras que el segundo recibía comida que contenía canola.
Después de seis meses de observación los investigadores notaron que los ratones del segundo grupo tenían sobrepeso. Además, empeoraron las habilidades cognitivas de los roedores. Los científicos revelaron que los animales del segundo grupo padecían una escasez de la proteína beta amiloide, (Ab40), necesaria para el funcionamiento correcto del cerebro. A consecuencia de ello, los neutrones resultaban dañados, y la memoria iba empeorando.
Ahora los científicos planean identificar en qué momento el aceite empieza a hacer daño al cerebro y si está vinculado a otras enfermedades neurodegenerativas.
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