El proyecto Vostochni es un tema controlado en persona por el presidente Vladimir Putin, que en noviembre de 2007 firmó un decreto para iniciar la construcción. El nuevo cosmódromo debería haber estado listo en 2015, pero las obras se han demorado y rebasado con creces los presupuestos previstos. La construcción ha estado jalonada por escándalos e irregularidades, a resultas de las cuales se han producido relevos entre los responsables de las obras, ha habido encarcelamientos, protestas de obreros impagados y se han iniciado procesos por fraudes y robos. A lo largo de estos años, en dos ocasiones ha sido relevado el máximo dirigente de Roskosmos, la entidad responsable de la exploración del espacio en Rusia y también del cosmódromo.
El vicepresidente del Gobierno, Dmitri Rogozin, que tutela las obras, había dicho a mediados de abril que los gastos para construir Vostochni superaban los 100.000 millones de rublos y que la segunda etapa de la construcción exige “aproximadamente dos veces y media más”, según informaba el servicio RBK. El cosmodromo, según Rogozin, se concluirá en 2023, cuando desde él se lance un cohete Angara-A5B con una nave pilotada. Después, habrá una etapa más, que debe durar hasta 2030 y en la que se planea lanzar cohetes capaces de llevar naves espaciales de gran peso, eventualmente expediciones lunares.
Vostochni está situado en la región del Amur, en la frontera con China, en las inmediaciones de un pueblo (Uglegorsk) donde en el pasado hubo una base de misiles soviética y donde en el futuro, si los planes se cumplen, habrá una nueva ciudad de la ciencia con el nombre de Tsiolkovski. El nuevo cosmódromo está emplazado seis grados al norte de Baikanur, tiene abundante sol, y dispone de una ramificación del ferrocarril Transiberiano, para que le puedan ser suministrados los cohetes.
El territorio en conjunto tiene 1035 kilómetros cuadrados y allí, en plena taiga, durante más de una jornada estuvo esperando el presidente Vladímir Putin un lanzamiento que estaba planeado para el 27 de abril a las cinco de la mañana, pero que fue demorado en el último momento (un minuto y medio antes del lanzamiento, según la prensa rusa) para comprobar fallos de última hora, entre ellos aparentemente lo más grave era un cable que no efectuaba la transmisión de señales.
Putin, que ha visitado en otras ocasiones el lugar, esperó hasta el día siguiente y asistió a la sesión de la comisión estatal que debía decidir sobre . El jefe del Estado amonestó al primer vicepresidente Rogozin e impartió una amonestación grave al jefe del cosmódromo por los fallos, según confirmó el jefe de prensa del presidente, Dmitri Peskov.
Putin se refirió al “gran desorden” y exigió “profesionalidad” y “puntualidad” a la hora de tratar los fallos en el sector espacial. “A mi juicio, todo esto está relacionado con el desorden y con el insuficiente control sobre los procesos elementales, pero muy importantes en este sector”, dijo el presidente a los funcionarios reunidos. El presidente aseguró que no quería inmiscuirse en el trabajo de la comisión estatal, pero que quería entender cómo se esclarecían las responsabilidades en esos casos. Desde la tribuna, Putin contempló el lanzamiento con éxito en la madrugada del 28 y después felicitó a los trabajadores y quitó importancia a la demora.
Rusia, que espera poder efectuar lanzamientos comerciales desde Vostochni en el futuro, tiene otro cosmódromo, en Plesetsk, en la región de Arjángelsk, que se utiliza para fines militares. De momento, Moscú no planea abandonar Baikanur, pero toma precauciones para un eventual cambio de la situación política en Kazajistán, controlado hoy por el veterano presidente Nursultán Nazarbáyev, y en Asia Central. Cuando Vostochni fue comenzado se planeaba lanzar desde él un nuevo modelo de cohete portador, el Rus-M, al que Rusia luego renunció a favor del modelo más antiguo, el Soyuz-2, puesto en órbita en la madrugada del jueves, al segundo intento.
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