Si la revelación realizada por la CNN sobre la venta de inmigrantes en Libia ha producido un eco mundial, entre dirigentes, organismos internacionales y medios de comunicación, no produjo el mismo efecto el último informe sobre las cifras de la esclavitud moderna, conocidas hace un par de meses y que la sitúa en la ignominiosa cifra de 40,3 millones de personas.
Sí, más de cuarenta millones de seres humanos son víctimas de la esclavitud, según el estudio impulsado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y la Fundación Walk Free, en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ha recogido datos de 48 países (en algunos no ha sido posible acceder a la información).
El informe enmarca dentro de la denominación de esclavitud moderna todas aquellas situaciones «de explotación que una persona no puede rechazar o abandonar debido a amenazas, violencia, coacción, engaños y/o abuso de poder». E incluye en ella a las víctimas del trabajo forzoso, la servidumbre por deudas, el matrimonio forzoso, la trata de personas... El estudio está enfocado prioritariamente en dos de ellos: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. «En cualquier día del año 2016 es probable que haya más de 40 millones de hombres, mujeres y niños obligados a trabajar contra su voluntad bajo amenazas, o viviendo en un matrimonio forzoso al que no habían prestado consentimiento». Esto es, el año pasado 5,4 de cada 1.000 personas de todo el mundo eran víctimas de esclavitud moderna. Por géneros: un 71% de las víctimas serían mujeres o niñas; y por edades, el 25% serían menores.
De esa cifra global, 24,9 millones de personas estarían sometidas al trabajo forzoso (16 millones corresponden a la economía privada); y 15,4 millones sufrirían un matrimonio forzoso (el 44% antes de los 15 años). La mayor incidencia tendría lugar en África, seguida de la regiones de Asia y el Pacífico.
Según el Convenio firmado en Ginebra sobre el trabajo forzoso, aprobado por la OIT en junio de 1930 y que entró en vigor dos años después, se designa como tal «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente».
ABC
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