Para resolver el asunto, una comisión especial compuesta por expertos en historia, cultura y derecho estudió la posibilidad de la abdicación durante 10 meses. En junio de 2017 el Parlamento aprobó la ley que permite que el emperador Akihito entregue el poder a su heredero en vida.
La fecha de abdicación fue elegida debido a las fiestas del mayo que los expertos consideraron como la única temporada conveniente para un tranquilo traspaso del poder. La comisión incluía a las autoridades y fue encabezada por el primer ministro del país, Shinzo Abe.
Tras la abdicación el hijo mayor de Akihito, Naruhito, llegará a ser el emperador, y el gobernador actual obtendrá el título de joko —así históricamente se llamaban los emperadores japoneses que abdicaban en favor de un sucesor—.
La última abdicación real en Japón tuvo lugar hace 200 años, en 1817. En los demás casos hasta la fecha, el título del emperador se heredaba por los sucesores tras la muerte del monarca.
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