La Fórmula 1 se asoma a otra de esas revoluciones que sufre periódicamente su normativa técnica, o no. Las escuderías viven pendientes de la multitud de cambios que deben entrar en vigor el año que viene, y tratan de calibrar cuál será su efecto en los actuales monoplazas. Los ajustes en aquello referente a la aerodinámica y al chasis de los coches ya quedaron fijados hace tiempo, y el principal foco de discusión en la actualidad gira alrededor de los motores. Como no podía ser de otra forma, Mercedes, gran dominador de la era de los propulsores híbridos, con dos dobletes consecutivos (2014 y 2015) y el tercero en camino, es la compañía más reticente a este zarandeo técnico. La mayor parte del resto está a favor de agitar las cosas tanto como se pueda.
El pretexto es el de siempre: tratar de reducir los tremendos costes que suponen estos motores, increíblemente complejos de gestionar. Además, también se debe aprobar una medida concreta para aumentar el ruido y delimitar las prestaciones que deberán desarrollar, al margen de unas directrices específicas para abastecer a los clientes. El martes pasado, el denominado Grupo de Estrategia, formado por Ferrari, Mercedes, McLaren, Red Bull, Williams y Force India, además de Bernie Ecclestone y Jean Todt (presidente de la FIA), se reunió con la Comisión de F-1 (que también engloba patrocinadores, suministradores y promotores) para someter a votación las distintas propuestas, pero finalmente no hubo quórum. La votación definitiva debe llevarse a cabo antes de la fecha límite establecida para el próximo sábado, para después trasladar el resultado al Consejo Mundial, donde los cambios deberían ser ratificados.
“Tenemos que esperar y que de una vez por todas terminen las nuevas. En los últimos días ha habido muchos altibajos en este sentido. Creo que estamos en la buena dirección: tenemos que hacer los coches más rápidos y de esta forma el show mejorará”, convenía Fernando Alonso este jueves, en Sochi. Para el asturiano, el actual campeonato está regulado por un marco que lo hace todavía más artificial que nunca. Según él, que hace dos semanas, en China, se produjeran un total de 126 adelantamientos, no significa que el espectáculo también aumente.
“He estado recordando esta última semana las carreras de 2005 y 2006 en Imola, que nos jugamos Michael y yo. Solo hubo tres o cuatro adelantamientos y todavía se recuerdan como dos de las mejores carreras de siempre”, destacaba el español, que ya se encuentra completamente recuperado de la fractura que se hizo en Australia, en la primera prueba del curso. “Antes, adelantar era igual o más difícil que ahora. Ahora el número es mayor pero eso se debe a las distintas estrategias. No son adelantamientos reales. Necesitamos coches más rápidos, aumentar el ruido y que los mejores pilotos y equipos peleen por el título. Eso mejoraría el show”, añadía el ovetense.
“Si el Barça y el Madrid se juegan un título, todo el mundo mira la tele. Si pones a cualquiera de los equipos pequeños que nadie conoce, con todo el respeto para ellos, pues no es lo mismo. Aquí ocurre eso: puedo hacer una vuelta mágica el sábado porque Dios viene a verme, y colocar el coche en la 11ª plaza en vez de en la 13ª, y que nadie se entere”, ahondaba Alonso. “Este es un deporte único. En la NBA, si un jugador tiene una noche mágica puede anotar 70 puntos. Aquí, puedes tener un día perfecto y pasar completamente desapercibido”, zanjó el bicampeón del mundo (2005 y 2006).
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