Catalunya En Comú-Podem espera que la campaña electoral evidencie las costuras entre ERC, Junts per Catalunya y la CUP y la alianza de Ciudadanos, el PSC y el PP. La apuesta de que ambos bloques se disuelvan y se imponga el debate entre izquierda-derecha es arriesgada en una campaña que se prevé muy polarizada. Y llega después de tensiones por el posicionamiento de Podemos en Cataluña, donde Iglesias ha afrontado una crisis que terminó con la renuncia hace un mes del secretario general de Podem, Albano Dante Fachin, y la intervención de la federación. Podemos acude al 21-D fiando su futuro a los comunes de la alcaldesa de Barcelona, con quien había más feeling que con los responsables formales de Podemos.
Las perspectivas no son halagüeñas según las encuestas. “Somos la única opción política que permite salir del bucle en el que nos han metido los dos frentes. Estamos seguros de que vamos a obtener un mejor resultado que Catalunya sí que es Pot en 2015”, discrepa Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos. La formación obtuvo sin los comunes 11 escaños y 360.000 votos (8,94%). Fue cuarta con los mismos diputados que el PP.
La defensa del derecho a decidir como solución al conflicto es de los pocos puntos coincidentes en las diferentes sensibilidades de Podemos. Pero sigue muy presente el boom que supuso el reconocimiento implícito de los anticapitalistas a la “nueva república catalana”. Responsables de esta corriente explican que no era la intención. Aun así, la crisis fue imposible de obviar, como reconoció el mismo Iglesias al sentenciar que situaba a la corriente de Miguel Urbán “políticamente fuera de Podemos”. Corría el 30 de octubre y, aunque desde entonces esa derivada interna de Podemos parece resuelta, las decisiones que tome Podemos en el futuro pueden abocarle a su crisis más grave desde que surgió en 2014.
La rápida reacción entonces de Teresa Rodríguez, máxima responsable de Podemos en Andalucía, desmarcándose de un comunicado que sorprendió a muchos dirigentes de los mismos Anticapitalistas, contuvo en parte la crisis.
Tras centrar sus críticas en la gestión de la crisis del presidente del Gobierno y en el apoyo del PSOE y Ciudadanos a la aplicación del artículo 155, Podemos varió de discurso hace unas semanas. El cuestionamiento a Puigdemont, que casi se pasaba por alto, se endureció. En el partido hay quienes temen que ese cambio de registro llegue tarde y no sirva para atraer a antiguos votantes de ERC el 21-D. Y que pase factura en el resto del país en el primer asalto electoral en ciernes, las autonómicas y municipales de 2019.
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